Los gallegos, la electricidad y la felicidad

Pedro Armas PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD DE A CORUÑA

OPINIÓN

Ana Garcia

01 jun 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

En algunas ciudades gallegas, Vigo más que ninguna, la electricidad proporciona mucha felicidad. Hace unos años el CIS publicaba un ránking de felicidad por comunidades autónomas. Galicia ocupaba la última posición, a distancia de las más felices: Navarra, Baleares, Canarias. Se ve que Galicia era una gran productora de electricidad, pero no una gran generadora de felicidad. Quizás el ránking tuviese en cuenta indicadores sesgados por la percepción de los entrevistados.

A falta de investigaciones rigurosas, se tira de tópicos. El gallego es pesimista por naturaleza. La propia naturaleza gallega transmite pesimismo (nieblas, temporales, marejadas) y catastrofismo (incendios, inundaciones, naufragios). Ambos llevan al determinismo: el gallego no puede ser feliz porque, entre otras cosas, es gallego. La negra sombra de Rosalía le asombra, en el sentido de ensombrecerle, aunque le llegue musicada por el maestro Juan Montes Capón (¡qué estreno en La Habana!), Cantigas da Terra, Amancio Prada, Luz Casal, Carlos Núñez o Astarot (¡qué versión metálica!). La Galicia sombría está de moda gracias a series de televisión en las que a las sombras de la naturaleza se añade la sombra de la economía delictiva, como factor de un paisaje canónico, cultural.

Hay otra Galicia, la de los jóvenes no emigrados, que podría ser más optimista si además de acercarnos a la media europea en renta per cápita no nos quedásemos en la mitad de la inversión europea per cápita en I+D. Los fondos Next Generation pueden ser una oportunidad excepcional para el cambio tecnológico, para la digitalización de la economía. En el sistema universitario gallego hay una amplia oferta de carreras vinculadas a la electricidad: ingenierías (eléctrica, electrónica, industrial, informática), ciencia e ingeniería de datos, física, nanociencia, nanotecnología, creación digital, animación, videojuegos, inteligencia artificial... ¡A ver si la felicidad de los gallegos va a depender de la electricidad!