La primera entrevista concedida por Will Smith después del incidente de los Óscar es, en realidad, anterior al incidente de los Óscar. Los programas grabados cargan con esa penitencia de saber que los acontecimientos pueden cambiarlo todo en cualquier momento, como así ocurrió con uno de los episodios de la nueva temporada de No necesitan presentación, de Netflix, en el que David Letterman charla con el expríncipe de Bel-Air. Antes de empezar, un letrero aclara en su descargo que el encuentro fue anterior a la noche de la bofetada. Parece una justificación para explicar que la conversación se ha quedado resesa, pero las declaraciones del actor, al que presentan como «el amigo de América», resultan reveladoras.
Habla Will Smith del trauma de la inseguridad que lo llevó convertir la risa en su mecanismo de defensa. De la percepción que desde los 9 años tiene de sí mismo como un cobarde que no hizo nada cuando su padre le pegaba a su madre. De su impulso de ganar a toda costa instigado por una enseñanza de su progenitor: «El 99 % es igual a cero». Recuerda, además, una «visión infernal», y ahora premonitoria, que tuvo en sus experimentos alucinógenos con la ayahuasca durante un viaje a Perú: «De repente empecé a ver que mi dinero salía volando, mi casa salía volando y mi carrera se esfumaba». Mientras, una voz le advertía: «Así es la vida».