Este pasado domingo publicaba La Voz de Galicia una entrevista a la directora de Recursos Humanos del Sergas. Abordaba la carestía de internistas y otros especialistas en el sistema gallego de salud, aunque alegando la complejidad de la gestión y la gran cantidad de plazas convocadas en los últimos años. Se omitía la incapacidad de resolver con rapidez las ofertas de empleo público y la imposibilidad de gestionar por igual lo diferente.
Diversos colectivos (administrativos, técnicos de radiología, auxiliares de enfermería) requieren solamente estudios de FP y su acceso al mercado laboral se produce en torno a los 20 años de edad, y en período de pocos años habrán podido consolidar su empleo.
En contraposición, los médicos especialistas han cursado estudios universitarios prolongados (6 años), de difícil acceso y, superado el examen mir, la especialidad ( 4 o 5 años ) exige evaluación continuada, plena de requisitos formales. No acceden al mercado laboral hasta los 29 o 30 años y han de hacerlo con contratos muy precarios durante años, obligándoles a volver a opositar para consolidar su empleo.
Se trata de una discriminación negativa sin parangón en otras esferas de la Administración pública (jueces, diplomáticos, letrados, etcétera), en las que tras una única oposición se accede a la carrera. Estos colectivos tienen generalmente enfocada su vida antes de los 30, mientras que los médicos especialistas continúan instalados en la precariedad e incertidumbre hasta los 40. No es necesario explicar las dificultades que se derivan para poder llevar adelante un proyecto personal de vida. Por tanto, no resulta sorprendente que los médicos especialistas rechacen, mientras puedan, los hospitales periféricos, para poder conciliar con cónyuges, escolarización de hijos, elegir una vivienda permanente, etcétera.
La cuestión esencial no es cómo podemos mejorar las condiciones de los contratos, sino si es razonable mantener hasta cerca de los 40 años en condiciones de precariedad laboral a un colectivo muy necesario y de altísima cualificación. Pretender invertir los términos no abordando el problema básico y ofertar como gran logro contratos «anuales» no es precisamente una oferta irresistible o generosa.