La directora de recursos humanos del Sergas sugería días atrás en La Voz de Galicia que la creación de una nueva especialidad, Urgencias, mejoraría la disponibilidad de médicos de familia. Un compañero de profesión planteaba la escasez de vocaciones para cubrir las plazas de atención primaria (AP). Esta especialidad puede elegirse por vocación, con un muy buen resultado en el examen MIR, aunque con un buen número lo usual es decantarse por otras ramas. Las razones de la elección son múltiples y generalmente combinan en distinta proporción lo vocacional con lo pragmático (empleabilidad y perfil del futuro trabajo, prestigio, ubicación de la plaza, etcétera).
Se habla de la necesidad de aumentar la inversión en atención primaria aunque sería mas preciso decir que hay que mejorar las condiciones de contratación y trabajo de los médicos de esa especialidad para hacer mas atractiva la práctica de la misma.
Los gestores suelen argumentar que la media de tarjetas sanitarias (TIS) por cupo ha mejorado, pero omiten que existe gran heterogeneidad. En los cupos rurales el número puede ser muy bajo, mientras en zonas urbanas cupos con 1.500 no son infrecuentes. A ello hay que añadir las sobrecargas burocráticas prescindibles, necesidad de medios de transporte propios para los avisos domiciliarios y, especialmente, la falta de soluciones eficaces y realistas para sustituir permisos y bajas. En un centro de salud con cinco médicos de familia, la ausencia de uno de ellos supone una reducción de recursos humanos del 20 % , que no puede cargarse sistemáticamente en los compañeros restantes.
La legislación sobre conciliación, muy necesaria, ha venido para quedarse, pero complica la gestión del día a día. Los gestores a menudo pretenden ignorar que un médico, una vez descontados vacaciones, días de asuntos propios, coeficiente esperado de ILT y otros permisos, difícilmente cubre mas de 210 jornadas al año y menos si hace guardias. Sin embargo cada cupo exige al menos 250 jornadas anuales. Por tanto, un centro con cinco cupos requiere tener contratados seis médicos de familia a tiempo completo. Otra cuestión es si actualmente existen en el mercado suficientes médicos de familia. Es posible que no sea así y se requieran soluciones transitorias imaginativas, pero negar la realidad o fiarlo todo a hipotéticas ampliaciones de plazas MIR o creación de nuevas especialidades es ignorar el problema o utilizar la táctica de la «patada a seguir».