Uno de los grandes errores de la estrategia del PP de Casado había sido llevar la polarización y la confrontación al extremo de no dejar espacio para la construcción de la propia política.
La llegada de Feijoo sirvió para reconducir el rumbo popular, de forma explícita, hasta el punto de hacer del «yo no he venido aquí a insultarle» la declaración de un nuevo estilo de política. Porque si algo ha caracterizado la presencia de Feijoo en Galicia es esa «performance institucional» que ocupaba todo el espacio político y con la que era tan difícil competir.
Pero Madrid es otra cosa; el espacio se lucha centímetro a centímetro, y la tentación del titular de prensa contamina todo el discurso de la política, y por eso todo acaba reduciéndose a la frase fácil, al juego de palabras, al guiño original que la mayor parte de las veces es simplón y repetitivo.
Esa es la razón por la que Feijoo acaba pidiendo al Gobierno argelino que no haga pagar al pueblo español los errores de su presidente, que seguramente es la última frase que diría un líder serio e institucional como quiere ser Feijoo cuando su país tiene una crisis con otro. Y es que, para decir esa frase, fácil, vacía y prefabricada en gabinete, ya estaba Casado, incluso podría decirla Ayuso, pero no Feijoo; ¿o se imaginan la misma frase aplicada a las sanciones de la Unión Europea a Rusia?
Seguro que el que le preparó la frasecita creyó que estaba construyendo una genialidad, pero más allá de la separación pueblo-gobierno, expresada en los manuales de primero de populismo, lo cierto es que la frase hace que Feijoo se salga de la senda institucional, se tire en plancha al barro argelino y al levantar los ojos se encuentre a toda la Unión Europea apoyando al Gobierno español. Vamos, «pa habernos matao».
Y todo por una frase vacía, que solo buscaba un titular, y sacar el máximo rédito de un posible error del Ejecutivo de España. Ahí radica uno de los grandes problemas de la política de nuestros días, en que el medio moldea la estrategia y los actores, y por eso, la tentación del titular desnuda el contenido de la política.
Feijoo necesita llenar al PP de contenido, no se puede pasar un año pidiendo que se bajen los impuestos como bandera, y únicamente a la búsqueda del titular fácil como estrategia. Eso sirve para el chascarrillo de la capital, pero hay más Españas que Madrid, y esas Españas necesitan más propuestas del partido popular y menos frases hechas.
Porque una cosa es el relato, y otra el titular chusco; el relato de Feijoo tiene que acompañar la esperanza (emoción) de expectativas (actitudes), y en el momento en que la una y las otras no se acompasen, el relato se muere. El relato en política tiene que ser duradero, el titular es efímero, metaboliza velozmente, y apenas deja poso, pero es más fácil buscar titulares que construir relatos; para hacer titulares sirve cualquiera, para el relato político, muy pocos. Primer error, por un titular sin relato.