El domingo votan los andaluces. No solo eligen presidente, seguramente Juanma Moreno Bonilla, también darán la primera medida de si existe el efecto Feijoo. Y permitirán comprobar si Vox se equivocó poniéndole la bata de cola a Macarena Olona para que la alicantina (de andaluza solo tiene el nombre) se enfundara el traje de candidata.
El desembarco de esta figura de peso del partido populista de Abascal en la escena autonómica ha generado mucho alboroto en las redes y en las tertulias. Por su fuerte carácter. Por su estrategia de provocación constante. Y porque es una jugada de mucho riesgo. Ella es una paracaidista sin vinculación con el territorio, que no ha renunciado a su escaño en el Congreso. Puede quedar estigmatizada o descarrilada si no consigue ser vicepresidenta de la Junta.
Mientras esperamos a las urnas, quedan las polémicas. La penúltima ocurrió el lunes en el segundo debate electoral en Canal Sur. Y aún colea. La de Vox atacó a Moreno escandalizada por un supuesto libro de texto sobre masturbación para niños editado por la Junta (no era tal, sino un cuadernillo del ayuntamiento de Sevilla sobre educación afectivo-sexual, pero no le importó). Le dijo: «¿Quiere leerlo? A mí me da pudor», como si fuera algo terrible. La dramatización se volvió en su contra. Y el humor andaluz afloró en Twitter, enfrentando a Olona con su tocaya, aquella Macarena de los míticos Del Río que sí gustaba oficialmente de «darle alegría al cuerpo».