¿Son solo unos comicios autonómicos o es un examen a los partidos antes de las generales?
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Hay división de opiniones sobre si las elecciones que este domingo se celebran en Andalucía con algo más de unos comicios de ámbito autonómico. Erika Jaráiz Gulías, coordinadora del máster en Tecnologías en Márketing y Comunicación Política en la USC, considera que son un asalto previo a las elecciones generales y que los partidos están midiendo sus fuerzas con la mirada en clave nacional.
Pedro Tanarro, experto en negociación e inteligencia emocional, considera que la influencia de estos comicios es limitada y que no traerán cambios de calendarios electorales nacionales o autonómicos.
Se verá.
El bueno, la mala y el feo
El adelanto de las elecciones andaluzas constituía el tercer peldaño electoral que Pablo Casado había diseñado para llegar a la Moncloa. Tras Madrid y Castilla y León, los populares pensaban que Juanma Moreno podría representar el golpe definitivo para convencer a los españoles de que el tiempo de los socialistas en España había terminado.
Pero Castilla y León resultó un fiasco, que no solo puso límites a los avances del PP, sino que también supuso un giro en la estrategia de Vox, que ya, definitivamente, se apuntaba a la quinta ola de la extrema derecha e imponía su presencia en el Gobierno de Mañueco; una cohabitación natural para Ayuso o Casado, pero que resulta difícil de aceptar para Feijoo, que no quisiera llegar a Europa como el primer presidente del grupo popular que incorpora a la extrema derecha en su ejecutivo.
Moreno quiso aprovechar el risorgimento popular para intentar el asalto al gobierno en solitario, ya fuera a través de una mayoría absoluta o a través de una suficientemente amplia para no necesitar de socios de coalición. Y lo cierto es que, de darse, esas aspiraciones de Moreno deberían funcionar como espejo en el que se miraran los españoles cuando tuvieran que decidir su voto para las generales, o al menos esa sería la ruta soñada por Feijoo, que coincide bastante con la que diseñara Casado.
Por eso, la afirmación de Macarena Olona de que si necesita un voto para la investidura solo lo tendrá con Vox en el Gobierno ha caído como un jarro de agua fría sobre la estrategia popular, porque si Moreno se ve obligado a negociar con Vox, el camino de Feijoo se hará mucho más tortuoso que el que el expresidente gallego esperaba, y Abascal empezará a llamar a su puerta de manera insistente y pública.
Nadie duda de que el PSOE de Sánchez quiere acabar la legislatura con la presidencia de turno de la Unión Europea, y tampoco que Vox está ansioso por entrar en el Gobierno de España y buscará en los próximos meses la celebración de elecciones. La duda reside en conocer la estrategia que seguirán, tras las autonómicas andaluzas, el Partido Popular y las convulsas organizaciones de izquierdas, que cada vez que participan de un gobierno sufren el efecto pompa de jabón; vamos, que tocan poder y se rompen.
Si Moreno gobierna solo, el PP entonará el «váyase, señor Sánchez» con vehemencia. Pero si tiene que negociar con Olona, Feijoo habrá perdido parte de la iniciativa y tendrá que diseñar una ruta alternativa para acercarse a los votantes de centro. Esa ruta no puede pasar por hacerle ojitos a Abascal, y para ello Ayuso tendrá que convertirse en su pareja política de hecho, ella para ronear con los extremis y él para hablarle al centro. Un equilibrio difícil, incompleto, pero útil; él, el bueno; ella, la mala, y el feo, Abascal, el necesario, pero no deseado.
Lo que pasa en Andalucía se queda en Andalucía
Ante unas elecciones se utilizan tres niveles o valoraciones diferentes para poder considerar que se han ganado:
1.- Conseguir formar gobierno, alcanzando el objetivo máximo.
2.- Lograr ser el partido más votado y, por tanto, saberse con el mayor respaldo popular.
3.- Mejorar los resultados obtenidos en la anterior consulta, el último consuelo para el candidato y sus seguidores.
Para el Partido Popular, ganar solo se contemplaría si revalida el gobierno y la presidencia, supondría su tercera victoria consecutiva reciente después de las logradas en Madrid y Castilla y León. Esto proporcionaría oxígeno a Núñez Feijoo en su carrera hacia la presidencia del Gobierno; de igual modo, perderlas, cuando todas las encuestas dan por hecho su victoria, se interpretaría como un enorme fracaso. Tanto si las gana como si pierde, sus posibilidades de ejecutar cambios electorales fuera de Andalucía están muy limitadas, ya que Alfonso Rueda, en Galicia, necesita tiempo y recorrido antes de una nueva convocatoria electoral, y en Murcia, tras el último cambio de socios de coalición, no convienen nuevos movimientos.
En el caso del PSOE, ganar las elecciones pasaría por formar gobierno o, al menos, ser el partido más votado, rompiendo la reciente mala racha electoral. Solo en el primer caso, muy improbable, habría una remota posibilidad de que Pedro Sánchez adelantara elecciones. Por el contrario, si perdiera, mantendría el calendario, esperando que soplarán mejores vientos tras la llegada de fondos europeos. En cuanto al resto de comunidades que presiden los socialistas, sea cual sea el resultado, no vivirán cambios electorales, dando valor al dicho de «más vale pájaro en mano que ciento volando».
Vox, al que considero el nuevo partido refugio de los indignados, tiene como objetivo entrar a formar parte del nuevo gobierno, como en Castilla y León; no lograrlo sería un fracaso. Su única baza de influir en un calendario electoral sería quizás impedir el posible nombramiento de Juanma Moreno, con altísimo coste para ellos.
Por Andalucía persigue mejorar el resultado de las últimas elecciones, aunque será difícil valorar esto tras la escisión de Teresa Rodríguez. En los resultados de esta candidatura están puestos los ojos de Unidas Podemos y de Yolanda Díaz, que en ningún caso moverán ficha para un adelanto electoral. Unidas Podemos, para no perder su participación en el Gobierno —motivos y desencuentros que lo justificaran ha habido muchos y no han dado el paso—, y Yolanda Díaz necesita tiempo para poner en marcha su proyecto en otoño. Ciudadanos se juega básicamente su continuidad y carece de capacidad para cualquier cambio de calendario, al igual que Adelante Andalucía por su exclusivo ámbito autonómico.
La frase repetida por algunos políticos estos últimos días, «lo que pasa en Andalucía se queda en Andalucía», creo que en esta ocasión se ajustará a la realidad. Estas elecciones van a tener más interés y efectos en ciudadanos y partidos que en cambios de calendarios electorales nacionales o autonómicos.
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