La lideresa madrileña, Díaz Ayuso, apostó por un PP «callejero y pandillero». Lo hizo cuando caminaba hacia la presidencia el partido en Madrid y la idea no le causó gran entusiasmo al líder nacional, Núñez Feijoo, que casi inmediatamente defendió los diferentes estilos que caben en la formación, aunque «no compitiendo con zascas y palabras gruesas».
Los comicios autonómicos en Andalucía coincidieron con un referendo sobre el futuro del partido y sobre si el electorado prefiere un gobierno en solitario o con ayuda del facherío. Y los resultados dicen que el desafío de la lideresa y las formas que trata de imponer en la política acaban de irse por el desagüe con la victoria inapelable de Moreno Bonilla. Porque lo que los andaluces votaron, al margen de censurar duramente a los socialistas y todo lo que allí hicieron, fue moderación, modales correctos y normalidad.
No es Moreno Bonilla un talibán. Forma parte de ese PP que cuida las formas, aunque el fondo sea el mismo. Pero mantiene un discurso que podría decirse casi amable. Porque entiende que las buenas maneras son imprescindibles, aunque las posturas sean las mismas que las que exhibía Pablo Casado.
En Andalucía ha arrasado y va a gobernar en solitario un hombre tranquilo. Que se planteó una campaña moderada y personalista en la que, como en Galicia, escondió las siglas, lo que le ha permitido captar apoyos en todos los caladeros, incluido el de antiguos votantes socialistas. Porque el de Moreno Bonilla es un talante y una puesta en escena muy alejados de los de Díaz Ayuso, que no se diferencian de los del facherío y, en ocasiones, incluso van más allá.
A juzgar por el repaso que los conservadores andaluces dieron al resto de las fuerzas, parece que la línea a imponerse en el PP está clara. Un partido sosegado y contenido en las formas. Alejado de discursos convulsos, agresiones verbales y amenazas, como el que lideró Casado y muchos de los que ahora se fueron a la acera de enfrente.
Desde luego, lo de callejero y pandillero no parece tener cabida en el PP, si aspira a gobernar en solitario. Lo vimos en Andalucía, donde Moreno Bonilla no solo arrasó en las urnas. También le ha dado un sopapo inmenso a Díaz Ayuso. Para regocijo de Núñez Feijoo.