El conservadurismo avanza sin freno en el país que se vende al mundo como ejemplo a seguir de democracia y libertad. La abolición del derecho al aborto por el Tribunal Supremo diseñado por Donald Trump solo es un paso más en la deriva ultraconservadora que vive Estados Unidos. Atrás queda el mensaje de cambio del primer presidente negro que hacía presagiar una era sin vuelta atrás de progresismo, superación del racismo, avances en los derechos de las mujeres, del colectivo LGTBI, de los inmigrantes... Parece que han pasado siglos de aquel Yes, we can. Casi 50 años después, las estadounidenses han perdido el derecho a decidir sobre su cuerpo.
Como apuntan los politólogos norteamericanos, el principio del fin de la derogación de la ley Roe contra Wade (1973) llegó en las elecciones legislativas de medio mandato del 2010 de la mano de una nueva raza de republicanos iluminados por el Tea Party, que impulsaron un nuevo conservadurismo frente al progresismo de Obama. En los tres años siguientes, los estados liderados por republicanos aprobaron 205 leyes para prohibir u obstaculizar el aborto en todo el país, más que en toda la década anterior.
El matrimonio homosexual y el derecho a usar anticonceptivos, que no están protegidos por ninguna ley a nivel federal que los reconozca explícitamente, puede ser lo siguiente en caer, como animó el juez del Supremo Clarence Thomas, el único afroamericano y uno de los más conservadores, tras el fallo de esta semana.
La decisión de revertir el derecho al aborto empuja a Estados Unidos a extremar aún más la polarización de la sociedad. A partir en dos el país, entre los estados rojos (republicanos) y los azules (demócratas, que se reconvertirán en santuarios del aborto, como ya lo hicieron con las políticas antiinmigración).
Mientras, los republicanos proseguirán en su estrategia de reformar la leyes electorales de cada estado para perpetuar su poder, restringiendo o dificultando el voto de aquellos colectivos que les son adversos, particularmente hispanos y afroamericanos. Ningún motivo para la esperanza.