Cuando la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunció que se había dado luz verde a la candidatura de Ucrania para ingresar en la Unión Europea, fuimos muchos los que desconfiamos de las simplezas que se esgrimen desde el día de la invasión. Porque sí es cierto que Ucrania merece ser el socio número 28 de la UE y que «no hay otro pueblo europeo que esté muriendo por los ideales de la UE», como dijo Von der Leyen. ¡Pero con decir esto no basta!
Mientras, Vladimir Putin repetía en San Petersburgo sus argumentos simplones, pero muy contundentes, a favor de la guerra de Ucrania, y su público le aplaudía unánimemente. Son las dos caras de la sangrienta confrontación que está destrozando una buena parte de Ucrania y que todavía no ha terminado.
La Comisión Europea dio luz verde a la candidatura de Ucrania y las palabras de su presidenta fueron contundentes, cierto. Pero, paradójicamente, Ucrania no es miembro de la UE ni se le están entregando las armas que necesita, ni se aplican a Rusia las sanciones que pide el presidente ucraniano Volodimir Zelenski. Y la pregunta es: ¿de verdad la Unión Europea quiere ayudar a Ucrania? ¿O está jugando a aparentar grandezas y compromisos que luego pueden tener una difícil continuidad?
El presidente de Ucrania ha sido claro con los tres grandes líderes que le han visitado en Kiev: el presidente francés Emmanuel Macron, el canciller alemán Olaf Scholz y el primer ministro italiano Mario Draghi. Porque Zelenski aún cree que Ucrania puede ganar la guerra si cuenta con apoyos suficientes de la Unión Europea, del Reino Unido y de EE.UU. Algo en lo que también está el primer ministro británico Boris Johnson, quien, dentro de su desorden habitual, se ha expresado con claridad al respecto, en la línea del presidente de EE.UU., Joe Biden.
Porque si creen que Ucrania no tiene ninguna posibilidad de recuperar el territorio perdido, quizá deberían aprobar cuanto antes su ingreso en la UE y forzar una negociación con Rusia. Algo que tal vez rechazaría el muy digno presidente de Ucrania, que ha afrontado con entereza las fases más adversas de la invasión rusa, consiguiendo victorias y asumiendo derrotas que no pudo evitar, para vergüenza de aquellos que no han querido asumir compromisos en el conflicto y que ahora dan vueltas y más vueltas sin encontrar una salida firme para la solución del embrollo. Toca, pues, esperar y ver.