Que hay segundas partes mejores que las primeras se sabe desde El padrino II. Sánchez y Biden, la secuela lo tenía fácil para superar a Sánchez y Biden, una cumbre en el pasillo, cortometrajísimo de 20 segundos rodado hace un año en Bruselas. Esta segunda parte se desarrolla en su totalidad en la Moncloa, en una cumbre de la OTAN. La acción arranca con el presidente español esperando a que su homólogo americano baje de La Bestia, su indestructible limusina. Sánchez tiene un gesto confiado, una mano abierta y una media sonrisa, como quien aguarda a un viejo amigo. Pero algo raro sobrevuela el ambiente, la extraña sensación de que el invitado a lo peor pasa de largo. El momento de tensión está logrado y se contagia al público, al que por unos segundos hasta se le olvida la inflación. El susto pasa, y en lugar de drama tenemos un final made in Hollywood, con Joe elogiando el «liderazgo» de Pedro. Sí, habrá quien diga que se han cargado lo que podría haber sido un peliculón.