«Borexit»

Mariluz Ferreiro A MI BOLA

OPINIÓN

PHIL NOBLE | REUTERS

10 jul 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Primero el brexit. Y luego el borexit. La salida de Boris Johnson. Todo pasa y todo queda, como escribió Machado y canta Serrat. La diferencia es la velocidad y el poso. Esta etapa de Johnson como inquilino de Downing Street 10 es un sainete que ha pegado un acelerón y que dejará una mancha de grasa en la historia del Reino Unido. Hace tiempo que su partido estaba buscando una excusa. En los últimos días, cuando los conservadores apretaban las tuercas a su primer ministro (una situación que aquí encuadramos dentro del género de la ciencia-ficción), uno de sus miembros aseguró que «el país se merecía a otro gobernante». La frase suena muy bien. Gel hidroalcohólico para todos. Pero no está claro que los ciudadanos no se merezcan a los que acceden al poder con una mayoría aplastante. No se pueden tomar ciertas decisiones en las urnas y luego fingir que todo era broma, fruto de un calentón ciudadano. Nadie podrá decir que no apuntaba maneras este señor despeinado que, literalmente, arrasó en las elecciones. Ni en el fondo ni en las formas. Es cierto que, también aquí, la mentira y los bandazos viajan sobre todo en autovía pública, pagando poquito peaje. Pero la maquinaria tory nunca duda en devorar a los suyos, aunque ostenten el poder, cortando el mayor árbol si este le impide ver bien el bosque. La cuestión es quién y cómo se comerá el desgaste de todas las herencias: la inflación, la incertidumbre energética y la resaca del brexit, con el tratado de Irlanda del Norte modificado unilateralmente. Ahí están los cálculos. Porque suceder a Johnson puede suponer inmolarse a corto plazo sin cometer ni una décima parte de los pecados del predecesor. Mientras, Boris, como David Cameron, seguirá con su buena vida.