¿Dónde te puede llevar el insomnio?

Isaac Palomares PSICÓLOGO ESPECIALIZADO EN MEDICINA DEL SUEÑO EN EL CENTRO MÉDICO TEKNON

OPINIÓN

MABEL RODRÍGUEZ

20 jul 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Se estima que el 20 % de la población española sufre algún tipo de insomnio crónico, sin embargo encontramos investigaciones que apuntan a que un 50 % de la población ha sufrido algún episodio de este tipo a lo largo de su vida.

Hablamos de insomnio cuando existen problemas para conciliar o mantener el sueño, así como despertares precoces. Desde las unidades de medicina del sueño hemos notado un repunte en este tipo de problemas desde el inicio de la pandemia, del mismo modo que han aumentado los problemas psicológicos de la población. El insomnio es un problema por sí mismo, pero en muchas ocasiones es también un síntoma de otras dificultades relacionadas con la salud mental.

Por ejemplo, antes de aparecer un episodio depresivo, el paciente puede empezar a tener despertares tempranos sin ninguna otra explicación. Por eso es importante determinar su causa. Las personas adultas deberían dormir entre 7 y 9 horas al día, y eso no siempre ocurre: a veces porque no se da la importancia que merece y otras por las propias dificultades que se tienen para conciliar el sueño.

Afortunadamente parece que esta necesidad va ganando importancia entre la comunidad científica y los diferentes segmentos de la población: los influencers que se dedican al descanso crecen por internet, al mismo tiempo que lo hacen las consultas en las unidades especializadas, o los médicos que preguntan a sus pacientes cómo duermen. Esto tiene gran importancia dado que, junto a la alimentación y la actividad física, el descanso es uno de los pilares básicos de la salud.

Dormir es fundamental para restaurar la mente, pero no solo eso, los beneficios de dormir bien van mucho más allá: mejora el estado de ánimo, ayuda a reducir peso, fortalece el sistema inmune, protege el corazón y ayuda al cerebro a estar más hábil durante la vigilia, facilitando la memoria y la creatividad. Por el contrario, un déficit de sueño puede generar estados depresivos y ansiosos, así como irritabilidad y problemas con las habilidades básicas de la mente como la atención o la memoria. A nivel físico, debilita el sistema inmune, dejando el organismo más vulnerable, aumenta la presión arterial y puede generar obesidad, problemas cardíacos, accidentes cerebrovasculares o diabetes tipo 2.

Para mejorar el sueño hay que descubrir qué lo está dañando: unos malos hábitos, como el uso excesivo de pantallas, una actitud ansiosa u obsesiva sobre él, así como descartar cualquier otra patología. La vía farmacológica para reducirlo siempre está presente y es efectiva; sin embargo, hay otro tipo de tratamientos con menos efectos secundarios que pueden resultar beneficiosos: la terapia cognitivo conductual o las recientes terapias contextuales. Cada vez hay más investigaciones que apuntan también al trabajo con el mindfulness o la autocompasión para reducir la exigencia de aquellos pacientes que tienen el perfeccionismo como base de su personalidad. Sin embargo, nada de esto será efectivo si el paciente no entiende que dormir es una actividad y no puede ir a la cama sin antes haber ido reduciendo el estrés diario, ya que: a dormir se va descansado.