Aniquilaron un bosque de eucalipto

Cartas al director
Cartas al director CARTAS AL DIRECTOR

OPINIÓN

Oscar Vázquez

21 jul 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Corta salvaje de eucaliptos

En Cedeira ha desaparecido el bosque de eucalipto que adornaba una parte de la duna. Donde antes había una arboleda de más de 70 años, ahora aparece un erial triste y desolado. Es una intervención selectiva tan brutal que parece diseñada por los enemigos de la belleza.

La relación de Galicia con el eucalipto dura ya dos siglos, y es muy beneficiosa para ciudadanos y empresas hasta el punto de que ya no se concibe a nuestra comunidad sin sus bosques de eucalipto. Los puristas de especies autóctonas tienen la batalla perdida, pero su fanatismo se ensaña en espacios públicos buscando excusas como la seguridad: ¿y si cae una rama y hay una desgracia? ¿Es que las demás especies de la zona no tienen ramas? ¿No existen técnicas de silvicultura para velar por la salud y seguridad de árboles tan venerables?

Al afectar a una zona dunar de especial protección podríamos estar ante un grave delito medioambiental, por mucho que la operación esté aparentemente respaldada por la ley. Es desolador comprobar cómo un ayuntamiento es capaz de impulsar o consentir una salvajada ecológica de este calibre por muy legal que se presuma. Luis Gómez Granados. Cedeira.

 Un parche para mil pinchazos

La población gallega se estima en 2.700.000 personas. Un titular publicado en este periódico dice que 700.000 percibirán la ayuda del Gobierno de 200 euros en una sola paga. Dicha ayuda está destinada a familias que sumando todos sus ingresos no superen los 14.000 euros.

Más de un tercio de las familias declaradas viven en una precariedad total, por lo que claramente significa que la clase media, la que movía el dinero, es cada vez menos representativa y vamos camino de ser más pobres, pero sin lugar a dudas pobres igualitarios dependientes de populares limosnas, cuando realmente lo que necesitamos es generar industrias, que no falte el trabajo y podamos colaborar para la sostenibilidad del país, sin poner un diminuto parche a una rueda que tiene más de mil pinchazos y seguirá perdiendo aire. Diego Fernández Villar. A Coruña.

¡Qué vergüenza! 

El día 16, miles y miles de ciudadanos han sido secuestrados por un semáforo en la carretera de Cangas de Narcea hacia Oviedo. Cientos de coches y de motos vuelven a sus hogares después de la famosa descarga del Carmen de Cangas de Narcea. ¿Ninguna autoridad se paró un minuto a pensar en lo que iba a suceder? Nadie, allí la «autoridad» era un metódico semáforo que impartía justicia imperturbablemente.

No importaba que de un lado no pasara nadie o solo tres coches, y que del otro hubiera centenares de vehículos que formaron un embotellamiento de kilómetros y kilómetros. El tiránico semáforo dictaba su ley, la ley del gobernante que te soluciona los problemas así, con un semáforo que impartía una justicia opresiva.

Es ilógico lo que nos pasó, tener que estar horas enteras parados, arrancando en primera cuatrocientas veces, gastando gasoil sin parar y destrozando el medio ambiente. Y todo por culpa del semáforo que es símbolo del desgobierno. Sentí una profunda vergüenza de pertenecer a un grupo pastoreado por un semáforo. Así, por culpa de esta insensibilidad y maltrato, nace la desafección por la clase política, por nuestros gobernantes y por la democracia. Manuel González.

Estupidez, ¡para ya!

No sé hasta dónde, ni mucho menos, hasta cuándo, va a gobernar esta nación la irracionalidad. Ahora se pone en duda hasta los motivos por los que las mujeres dejan el trabajo al quedar embarazadas. Todo visto con el más necio y anormal de los cristales, que es el del politiqueo. Me da igual el motivo, ella tiene el derecho y la posibilidad de hacerlo. Pero lo grave es que no todas pueden tomar libremente esa decisión.

Que solo unas pocas lo puedan hacer es lo lógico y normal, en este país de Liliput. Mientras, que las demás se las apañen como puedan. Si fuésemos un país serio que lucha por los derechos de todos los ciudadanos, las mujeres podrían tomar esa decisión sin problemas de ningún tipo. Andrés Nidáguila Casal. Pontedeume.

 Vacaciones, familia y divorcios

Durante el año apenas tenemos tiempo para pensar en nosotros mismos, entre el trabajo, nuestras obligaciones, el gimnasio… Todo influye para que no tengamos ganas ni tiempo de discutir con nuestra mujer, hombre, prometido o enamorado. Es por eso por lo que una de cada tres parejas se divorcian después de las vacaciones.

Deduzco que, al tener más tiempo libre, le damos más vueltas a lo que puede estar fallando, de ahí las tensiones y discusiones. Otra razón que provoca que se encienda la mecha puede ser las altas expectativas que se convierten en decepción. Este desengaño consigue que estemos más irascibles, a la defensiva y con ganas de «guerra».

Supongo que el destino también influye, no es lo mismo irse de vacaciones a Aiguamurcia, un pueblecito precioso situado en la provincia de Tarragona, que a las Maldivas, donde llegas con la irascibilidad por las nubes después de pasar más de doce horas de vuelo.

Pero además del destino, estoy seguro de que también influye la capacidad que tengamos para gestionar conflictos. Si encima las vacaciones son en compañía de los suegros o cuñados aumentan las posibilidades de disputa. Eric García miras.

 La trampa Tucídides

Europa es la que va a pagar el pato tras vendernos la supuesta debilidad rusa: suspensión de pagos, levantamiento de su población, deserciones en bloque, etcétera. Los europeos corremos el serio riesgo de ser completamente dependientes en cuestiones militares, energéticas y económicas del país de las barras y las estrellas.

Ni van a perder ni va acabar en tablas ya que han repelido el ataque económico inicial de las sanciones y ahora llega su ofensiva final en todos los teatros y, para más inri, cuentan con la pieza más poderosa: la espita del gas. La UE debe ser consciente de que su población empieza a mostrar hastío porque va a ser «sancionada» en lo que más le duele: el bolsillo y la llamada calidad de vida. Francisco Javier Sáenz Martínez. Oria.