Cada vez que habla el comisario Villarejo hay rifirrafe mediático y político. Los periodistas que confían en él interpretan mal el aforismo de Francis Bacon: «La información es poder». No caen en que se trata de una traducción libre de knowledge is power, que literalmente significa el conocimiento es poder. El conocimiento, no la información. La información manipulada no contribuye al conocimiento. Cuando el periodismo de investigación es sustituido por el de filtración, no se garantiza el rigor.
Es obvio que la prensa está vinculada a la política, por eso es el cuarto poder, pero cuando se asocia con el quinto poder, la cloaca, algo falla en el sistema. Los tres primeros poderes: ejecutivo, legislativo y judicial, temen al cuarto poder. El cuarto poder es básico para la democracia, pero, si hay connivencia entre el cuarto y el quinto, deja de ser un contrapeso del sistema democrático, pues el poder de los mass media da paso al poder de los más mediocres.
No es de extrañar que algunos medios estén perdiendo credibilidad entre los ciudadanos. La credibilidad va ligada a la independencia. Siete de cada diez españoles creen que la prensa no es independiente en este país. Tienen esa percepción porque medios de comunicación, otrora independientes, han ido perdiendo autonomía, fagocitados por grandes grupos empresariales, cada vez más concentrados. Son pocos los que se han rebelado contra esta tendencia centrípeta y resisten en tal oligarquía mediática.
Sería utópico pedir la responsabilidad social de quien firma una crónica, la aplicación del código deontológico, la directriz del colegio profesional, la legislación sobre competencia entre medios y la regulación de la publicidad institucional. Sería distópico pedir que al comisario Villarejo, para que deje de filtrar audios interesados, se le otorgue la concesión de una emisora, en la que se le permita desacreditar a los demás y desacreditarse a sí mismo de una vez por todas. Podría llamarse: radio cloaca.