Cortando enlaces con España

Juan Ramón Vidal Romaní ACADÉMICO NUMERARIO DE LA REAL ACADEMIA GALLEGA DE CIENCIAS

OPINIÓN

MABEL RODRÍGUEZ

23 jul 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Si el colapso del puente de la A-6 hubiera sido unos kilómetros más al norte se habría producido en O Castro y no en El Castro, así que se ha quedado con él la Galicia irredenta del Bierzo, separada desde el XV del Reino de Galicia. Anécdotas aparte, ¿qué ha significado para Galicia el bloqueo del enlace norte por Piedrafita/Pedrafita? No mucho mientras siga abierto el de Asturias por Ribadeo, el del centro por Villafranca del Bierzo-Quiroga y el sur por Benavente-Vigo. Pero en 20 años, millones de vehículos han circulado por ese puente ahora derrumbado. Si hubiera ocurrido en otro momento podría haber sido una tragedia.

Lo que caracteriza ese tramo es el número y dimensiones de las obras de fábrica. ¿Tan mal las hicieron para derrumbarse en 20 años? Hasta ahora nadie ha aclarado qué pasó ni quién va a pagar por ello, pero una comisión pasará un informe a los jueces que dentro de muchos años darán su veredicto.

La estructura derrumbada en O Castro se corresponde con uno de esos puentes de postensado donde la resistencia la dan los cables de acero que la atraviesan, puestos al acabar la obra. Si los cables desaparecen, el puente pierde toda su resistencia y, como ha ocurrido, se derrumba. Los medios de comunicación han demostrado gráficamente que los cables del postensado del puente no están en ninguna parte. Sabemos donde estaban, pero ¿dónde están ahora?

Todo apunta a una mala praxis al sustituir esos elementos, afectados por una «posible corrosión» por las sales vertidas durante el invierno para impedir la formación de hielo. Si esta fuera la razón, todos se preguntan si no puede repetirse lo mismo en las obras del tramo de la A-6 construidas con la misma técnica o incluso en los puentes de la costa donde la corrosión marina es un factor permanente.

Ante la posibilidad de que la comisión pueda poner al descubierto un fallo de ejecución se empiezan a lanzar otras causas probables, aunque imposibles. Por ejemplo, la actividad sísmica de la zona, (recuerden que Becerreá está próxima).

Quizás aún más preocupante que la primera fue la segunda caída, pues provocó un vuelco parcial de la pila central, algo inimaginable con una buena cimentación. Si se compara el modo de construcción de la autovía en los dos tramos paralelos podemos ver que el que aún está en pie tiene un tercio de la longitud del que se ha derrumbado, pues el único vano del puente se hizo enlazando dos rellenos, tal vez de tierra armada. Para reconstruir el tramo destruido de una manera rápida se podría utilizar la misma técnica con la que se proyectó el intacto.

Solo resta alabar la infinita paciencia de Galicia. Soporta la ocupación del territorio por embalses hidroeléctricos que tienen a los habitantes de la comunidad gallega, «a velas vir» en cuestiones de agua: los ríos son para producir energía limpia no para beber ni para regar. Y para producir más energía limpia eólica a través de los puentes de O Castro, salvadoras flotas de camiones traían aspas para los aerogeneradores, pero ahora el hundimiento impide que lleguen.

Mientras, nos anuncian la buena nueva de que en todas las antiguas minas de Galicia esperan millones de toneladas de minerales de alto valor estratégico, envidiadas por las grandes potencias extranjera como China. Miremos también hacia las rocas ornamentales, el recurso más importante de Galicia, pero cuyos propietarios son como siempre países ricos (Canadá, Gran Bretaña, Australia), que incluso en sus territorios tienen mayores reservas de estos mismos recursos, pero prefieren explotarlos aquí porque las condiciones de extracción son más permisivas. Y la transición ecológica —«encirrada» en conseguir que una zona como la gallega, la que más contribuye a la fijación del CO2— quiere limpiar la costa, no de urbanizaciones construidas fuera de sitio, sino de las industrias donde los habitantes de Galicia transforman los recursos pesqueros.

Como decían en 1991 los cantantes de Siniestro Total, «ante todo mucha calma».­ ­­