El pasado jueves 20 se reunieron en Teherán el presidente iraní Ibrahim Raisi, el ruso Vladimir Putin y el turco Recep Tayyip Erdogan. Un primer objetivo de este encuentro era lograr abrir un corredor que permitiera salir al grano ucraniano a través del mar negro y llegar a los mercados de la península arábiga y africana. Gracias al buen entendimiento entre Rusia y Turquía, pese a que este último país es miembro de la OTAN, 22 millones de toneladas podrán llegar a zonas donde la hambruna ya es una terrible realidad.
En cuanto al segundo objetivo, enmarcado dentro del denominado «Proceso de paz de Astana», de avanzar en las negociaciones para dar fin a la guerra siria que lleva activa desde hace 11 años, el resultado no ha sido tan positivo. Acercar posturas en este tema siempre ha resultado difícil puesto que, tanto Moscú como Teherán apoyan al Gobierno de Bashar al Asad, mientras que Turquía ayuda a las tropas rebeldes. Por otra parte, Erdogan nunca ha ocultado sus aspiraciones territoriales en su frontera sur. Es por ello, que durante este encuentro solicitó el apoyo de los otros dos participantes para los ataques que pretende lanzar contra los kurdos que se encuentran en el norte de Siria. Pero, ni Moscú ni Teherán aceptaron su solicitud al considerar que una intervención de este tipo solo agravaría la difícil situación en el país y podría extenderlo por la región.
Pese a este tirón de orejas, Erdogan no cesa en su empeño de atacar a los kurdos, ya sea en los enclaves del PKK al este de la península de Anatolia, en la frontera siria o, incluso en Irak, donde un ataque en la norteña provincia de Zajo ha ocasionado la muerte de nueve turistas, incluyendo a varios niños, y 23 personas heridas. Ante esta flagrante violación de su integridad territorial, el Gobierno de Bagdad ha exigido que Ankara se disculpe y retire sus tropas de la zona iraquí. La negativa turca a aceptar su responsabilidad, se ha saldado con la convocatoria de su embajador ante las autoridades iraquíes y protestas en las calles de Bagdad donde se han quemado banderas turcas. Un nuevo foco de tensión en el polvorín de Oriente Medio.