No falla. Cuando un político está a punto de recibir el finiquito pone cara de haber ganado el perrito de peluche más grande y más bonito en las fiestas de La Mercè. No iba a ser menos Laura Borràs, en la foto a punto de salir del Parlament con los pies por delante, dicho esto en sentido figurado. A su lado sonríe el condenado Quim, de apellido Torra, de quien poco hay más que añadir, todo lo dice, lo matiza y lo contextualiza su figura. Borràs y Torra. He aquí lo mejor de cada masía, con permiso de Jordi Pujol, Artur Mas, Carles Puigdemont y tantos otros, entre los que conviene citar a los rufianes, aunque en esta protocolaria ejecución se ocuparan de servir cicuta. Con sus antecedentes, presuntos y no, Laura Borràs no debería presidir ni un patio de vecinos. Pero está de suerte. Si finalmente es condenada por un juez, siempre podrá echar mano del comodín presidencial. Que Pedro Sánchez le ha cogido gusto a esa cosa tan chula de revisar sentencias lo saben hasta en el Tibidabo.