
Hemos evidenciado el gran triunfo de la ciencia con las vacunas frente al covid-19; se han aprobado varias vacunas en Europa (https://www.ema.europa.eu/en/human-regulatory/overview/public-health-threats/coronavirus-disease-covid-19/treatments-vaccines/vaccines-covid-19/covid-19-vaccines-authorised), dos de ellas basadas en una nueva tecnología de RNA, de las empresas Moderna y Pfizer-BioNTech, dos empleando adenovirus (AstraZeneca-Oxford y Janssen-Cilag), una con virus inactivado (Valneva Austria) y otra con proteína recombinante (Novavax). Actualmente están en fase de estudio por la Agencia Europea del Medicamento vacunas de las empresas Sanofi-GSK, Hipra (vacuna española que emplea dos proteínas recombinantes de las variantes alfa y beta), Moderna y Pfizer (que incluyen a la nueva variante ómicron), así como muchas más en investigación.
Actualmente la pandemia en España ha pasado a una fase de estabilización, con una disminución de los casos activos y de personas hospitalizadas, y con una alta tasa de vacunación. Ante esta situación actual cabe preguntarse qué hacer en los próximos meses en relación a las vacunas. Los estudios científicos han demostrado que tanto la vacunación como haber pasado la infección inducen una respuesta inmunitaria que genera memoria, y que ésta puede ser duradera (no sabemos cuánto tiempo). Incluso la combinación infección-vacunación, ha mostrado generar mejor respuesta, al ver nuestra inmunidad al virus completo, actuando una diversidad de «soldados inmunitarios» y no solo los que ven la proteína S (presente en las vacunas disponibles). Esto también se observa al combinar vacunas distintas.
La memoria inmunitaria (tanto celular como humoral) se mantiene durante tiempo, pero los anticuerpos, esas proteínas tan específicas que pueden bloquear y neutralizar al virus, decaen tras varios meses. En una persona sana y joven que se vacunó y/o infectó previamente, si se contagia con una nueva variante, es previsible que tenga síntomas durante unos días, pero rápidamente resolverá la infección. Por el contrario, una persona vulnerable (mayor, con patologías, trasplantados, etcétera), si se contagia puede desarrollar una enfermedad grave. La estrategia futura de vacunación debe por tanto centrarse en aquellos más vulnerables (ancianos y con alto riesgo de sufrir una enfermedad grave), pero no en la población general, como aseguran el Centro Europeo para el Control y Prevención de Enfermedades y la Agencia Europea del Medicamento (https://www.ema.europa.eu/en/news/ecdc-ema-issue-advice-fourth-doses-mrna-covid-19-vaccines).
La pregunta que surge es si las personas con mayor riesgo, deben recibir una cuarta dosis de la misma vacuna, combinar vacunas ya autorizadas, o esperar a la aprobación otras nuevas, como las que incluyen ya a la variante ómicron. Los estudios realizados en Israel con cuatro dosis de Pfizer indican que se incrementa la protección frente a enfermedad grave/fallecimientos, pero que los anticuerpos vuelven a decaer pasados unos 4 meses, por lo que no parece ser la mejor estrategia a largo plazo. Los ensayos llevados a cabo combinando vacunas autorizadas han mostrado buenos resultados, así como también los de las nuevas vacunas, aún en fase de aprobación.
El contagio con el virus moviliza también a la inmunidad, por lo que una persona inoculada con 3 dosis y que ha sufrido la infección, su sistema inmunitario se ha activado ya 4 veces. Otro elemento importante: no cansar siempre a los mismos soldados inmunitarios y esperar 5-6 meses tras una infección para recibir una dosis de vacuna.