Versos en la piedra

Eduardo Riestra
Eduardo Riestra TIERRA DE NADIE

OPINIÓN

MARCOS MÍGUEZ

14 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

mientras se ultima la reforma del jardín de San Carlos, desde donde Sir John Moore disfruta de unas espléndidas vistas a Marineda, me entero de que otro Carlos, Charles Wolfe, era casi adolescente cuando escribió el famoso poema a la tumba del héroe que allí duerme, y que se encuentra grabada en una lápida junto al mirador y enfrentada con la de Rosalía. Fue en 1816, siete años después de la batalla en que los franceses desalojaron a los británicos y en la que el general recibió un cañonazo fatal. El poema es precioso, y enaltece un entierro rápido y secreto, sin salvas de ordenanza ni redobles de tambor, sin luces que descubriesen al francés su presencia, sin honores. Poco antes del alba, mientras los barcos iban cargando a las tropas que huían. El héroe en medio de la derrota, como un personaje de Homero.

El poema se hizo inmensamente popular en el imperio británico, de lo que, entre otros, se encargó Lord Byron, y el joven Samuel Cozzens, en su libro de 1858 sobre los Estados Unidos, Un país maravilloso, cuenta que su amigo el doctor Steck lo recita mientras entierran a un compañero de andanzas muerto en un ataque de los apaches.

Cuando el reloj marcó la hora de la retirada y oímos el lejano y errático cañón que el enemigo disparaba hostil, despacio y tristemente lo fuimos bajando desde el campo de su fama, ensangrentado y frío. No esculpimos ni una línea, no pusimos ni una piedra, simplemente lo dejamos solo con su gloria.

Y nosotros, en nuestra ciudad amable, custodiamos al héroe de otra gente.