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Como compulsivo lector recomiendo esta actividad, que puede llegar a convertirse en vicio. Aquel que lee se instruye y se hace con un criterio y con una opinión que le servirá para que nadie le adoctrine o manipule. En estos tiempos en que nuestros políticos pretenden hacernos comulgar con ruedas de molinos, parapetémosnos tras un buen libro. Es igual que sea una novela, un ensayo, una biografía o un poemario. Cualquier lectura es enriquecedora y el mejor arma contra aquellos que nos dicen que todo marcha mejor que nunca desde que ellos pisan moqueta. Y, sobre todo, aficionemos a nuestros hijos a leer. Evidentemente, no hace falta que su primera lectura sea Crimen y castigo. Ya llegará el momento de disfrutar de ese monstruo que fue Dostoievski. Primero Pinocho y Peter Pan. Después Verne y Salgari. Para terminar con don Benito Pérez Galdós, Almudena Grandes, Tolstói, Sartre, Camus, Simone de Beauvoir y tantos otros que nos harán enriquecernos intelectualmente para que nadie decida por nosotros. Algunos dicen que «el conocimiento es sufrimiento y la ignorancia felicidad». Craso error. Tal vez sea más cómodo vivir en Babia, sin enterarse de lo que ocurre a tu alrededor. Pero somos seres con raciocinio, no borregos.