Vive en la ciudad un millonario que no es normal, ya que cualquier millonario normal hace ostentación de su fortuna. Él prefiere pasar desapercibido. A pesar de ello, haga lo que haga en su vida cotidiana, si es captado por una cámara, se convierte en noticia. Cuando es noticia por algo anecdótico lo alaban sus conciudadanos y lo critican los defensores de causas perdidas, algunos de los cuales siembran dudas sobre este tipo de noticias supuestamente filtradas para humanizar al personaje.
Este vecino millonario se mantiene intencionadamente fuera de los focos mediáticos por estrategia empresarial y porque, según el artículo 18 de la Constitución, tiene derecho a la intimidad y a la propia imagen. Hay quienes toman de ese artículo solo la parte de la inviolabilidad del domicilio y quieren que se quede en casa, pero él hace vida normal y es noticia tanto cuando pasea al perro como cuando compra un edificio emblemático en el centro de una gran metrópoli. Saca al perro sin más intención que sacar al perro; distinto sería si convocase a los medios para la ocasión o vendiese la exclusiva a una revista.
Este millonario tiene cientos de inmuebles por todo el mundo. Este vecino tiene una casa magnífica mirando a la dársena coruñesa. Una casa magnífica, no una mansión de nuevo rico. Pues bien, hubo quienes difundieron sospechas de que el tráfico rodado del entorno se había adaptado a las necesidades del ilustre residente, cuando el casco histórico fue objeto de un plan de peatonalización con medidas generales de movilidad y seguridad.
Es uno de los hombres más ricos del mundo, que podría vivir en el lugar más exclusivo del mundo, pero prefiere hacerlo como un vecino más en la ciudad que le adoptó en su día. Sorprende su arraigo en época de desarraigo.
Desde la periferia de la periferia, ha montado cientos de factorías y miles de tiendas, generado cientos de miles de empleos y ganado miles de millones de euros; arriesgando capital sin beneficiarse de subvenciones públicas. Sobre las condiciones fiscales de sus empresas, que hablen los inspectores del fisco; sobre las condiciones laborales de sus empresas, que hablen los empleados. No obstante, es evidente que, a diferencia de otros magnates, este millonario pisa su fábrica y pisa su ciudad. Por cierto, que sea un millonario discreto no quiere decir que sea un vecino secreto.