Fue noticia tu gol al Mallorca. Desde niño, los goles los meten tus compañeros. Pero el equipo no campeona si tú no estás. Recorres en tu posición más kilómetros que los demás. Está en las estadísticas, que no mienten ni sortean metáforas. Pero te crucifican si pierdes un balón. Te pasó en infantiles. En cadetes. En juveniles. En el fútbol profesional. Miles de metros de más que se valoran lo justo. Litros de sudor para que los demás griten gol. Eres el sargento de hierro, el militar sin academia de oficiales. Eres FP. Dragas el fondo, achicas agua para evitar que os hagan gol. Un par de veces me pusieron en el eje del campo y pensé que moría. Que el partido eran dos partidos. Que estaba desembarcando en Normandía. Que necesitaba una bombona de oxígeno. Imposible cubrir tantas hectáreas de campo. Benditos Sergios Busquets.
En Sudáfrica te saliste del mapa. En Río estabas fundido y te llevaron igual. Pagaste los platos rotos cuando la naranja mecánica nos troceó. Tienes esa pinta de insecto palo, sin musculatura ni tatuajes ni peinados, que me emociona. Eres un hombre común.
Eres el metrónomo, como dicen los cultos del fútbol. El compás. El que cava el pozo, vamos. El que curra. Ese pocero. El fontanero. El electricista. El que sostiene el cableado. El de la falta táctica. Me recuerdas al muro de Mauro Silva. Odio al experto socio de carné, que, desde la grada, desprecia al mediocampista. Es que ellos solo se la dan al de al lado. Ya. Pero son esos infantes de marina en la pradera que jamás pierden la posición. Que tienen una brújula y un imán en la punta de la bota. En esa posición entre defensores y atacantes además, qué justa casualidad, abundan los pocos jugadores de club que nos quedan. Como tú, Busquets. Como Mauro Silva, que tenía dos clubes: el Súper Dépor y la selección. Como Gerard. Como Álex Bergantiños. Sois la empalizada. Donde todo empieza o donde todo se frena. Tipos que aprietan los dientes cuando los demás aflojan. Tipos que siempre regresan a tiempo cuando a los genios de arriba se les funde la luz y pierden el balón por un regate de más. Sois como el beso de tus hijos cuando vuelves a casa a tiempo de bañarlos.
Sergi Busquets, mil veces te enterraron, y eres el único fijo en la exigente selección de Luis Enrique. El fútbol no existiría sin vosotros. Xabi Alonso fue clave de bóveda en el Madrid. Vuestros pulmones hacen respirar al cuerpo del fútbol. Vuestro equilibro permite que exista el vértigo fascinante de los extremos. No hay equipo coronado sin uno de vosotros al mando de la nave del medio. Sois la casa. El que panda. El cinco. La llave. El pan del once. Sergi Busquets, ojalá llegues a Catar. Y si tú no puedes, como eres hombre corriente sin vanidades, tu honrado trabajo de fontanero aseado lo hará Rodri, o Koke jugando un poco más al centro. Bendito Sergio, espartano del fútbol, el que siempre concede una bola extra cuando a nadie le quedan ya piernas ni corazón. Eres el nudo de la corbata. La clave de la caja fuerte. El latido del once.