Donde compro el pan, la misma barra ha pasado de 0,45 euros a 0,80. Experiencias cotidianas como esta distan de la estadística oficial. La subida de los salarios según la inflación certificada por el INE no va a llegar para preservar la calidad de vida de los ciudadanos. Mientras nos enredan con cháchara economicista debemos centrarnos en exigir a los responsables que asuman sus responsabilidades o que cesen por su ineptitud. Los europeos cedimos imperium al Banco Central Europeo para que nos evitase este horror y ha fracasado.
Los romanos siempre intentaron combatir la pérdida de valor de su moneda por los riesgos que conllevaba para la cosa pública. La lex Cornelia de falsis o lex nummaria, impulsada por Sila, fue el primer intento de codificar la protección de dicho valor. La tentación de envilecer la moneda e incluso de raerla fue constante desde finales de la República. Los mayores falsarios no fueron los comerciantes ni los cambistas, sino los más altos magistrados, siempre tentados a guardarse las monedas de buena ley para distribuir las corrompidas.
Quienes defendimos de buena fe el nacimiento del euro y la autonomía del BCE no podemos ocultar ahora nuestro enfado ante la abulia de los bancarios de Fráncfort. Por su culpa nos están hurtando pan a diario, lo que resulta más criminal cuanto más humilde es el europeo damnificado. La ley numeraria europea es el artículo 127 del Tratado, que impone como objetivo principal al BCE y a sus accionistas bancos centrales estatales «mantener la estabilidad de precios». En su web, todavía tiene la desfachatez de afirmar que «la tarea principal del BCE es mantener la estabilidad de precios. Es la mejor contribución que los bancos centrales pueden realizar al bienestar de los ciudadanos». Y aun añade: «Nuestro trabajo es mantener los precios estables, como se establece en el Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea, y el BCE tiene una definición cuantitativa para ello: nuestro objetivo es un nivel de inflación del 2 %».
Los más legitimados para criticar al BCE somos los europeístas. No ha hecho su trabajo. Para evitar su desidia e incrementar su competitividad proponemos una nueva ley Cornelia: bajar las retribuciones y pensiones de los responsables bancarios el doble de lo que la barra de pan se separe de una subida del 2 %. Su palabrería no nos sirve. Lo único que cuenta son los números y la prosperidad de nuestros ciudadanos, comenzando por la de los proletarios y restantes trabajadores. Sabían que al inundar el mercado con liquidez esto iba a suceder. No culpen solo al sátrapa de Moscú.