Apuntalar la casa en construcción

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

ETTORE FERRARI | EFE

28 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Como en los viejos edificios en los que con el paso de los años comienzan a asomar las grietas, en la vieja Europa y en el mundo, que también va mayor, aparecen fisuras que obligan a intervenir y que no aventuran nada bueno. Pero el problema es mucho más preocupante cuando se hace necesario apuntalar una casa que aún se encuentra en fase de construcción. Es el caso de la Unión Europea. Sin tener claro todavía cuál va a ser su diseño final, estamos abocados a tapar los agujeros que comienzan a surgir. Y es que ya nunca fuimos muy dados los humanos a entendernos, pese a los graves problemas que tuvimos que superar, pero ahora, en uno de los peores momentos, el porvenir se antoja, cuando menos, tormentoso. Ríanse ustedes de las tormentas tropicales, comparadas con lo que tenemos por delante.

Porque la aplastante victoria ultraderechista italiana supone un guantazo al proyecto democrático común europeo. Una lideresa admiradora de Mussolini aunque ejerciendo de moderada, y dos populistas posfascistas, amigos de Putin, con quien comparten vacaciones y negocios y que justifican la invasión de Ucrania, no pueden aventurar nada bueno. Ya hablaron en su momento de eliminar el euro y salirse de la Unión y sus relaciones con Bruselas fueron siempre tensas y complicadas.

Así que aún sin echar a andar, porque todo está en manos del corrupto y precursor en Europa de leyes racistas Silvio Berlusconi, el nuevo Gobierno italiano supone un serio inconveniente para la UE. En su peor momento. Cuando se defiende de los ataques de Orbán, con un tenue consenso y cuando se dispone a afrontar el invierno más difícil; sin gas, con una guerra en sus puertas y la maldición nuclear. Y con una amenaza más. La incógnita de saber el papel que pudo desempeñar Putin en la caída de Mario Draghi y hasta en la victoria del triunvirato ultra.

Ya dice el refrán que en tiempos de tribulación no se deben hacer mudanzas, pero los italianos han querido probar la solidez de la casa en la que nos cobijamos los europeos. Que tampoco es mucha. Y si ya no estábamos muy unidos ante problemas como la política migratoria, la ayuda a Ucrania, la intolerancia ante movimientos LGTBI y la defensa de los derechos humanos y civiles, ahora vamos a tener que decidir junto a los antitodo. Poco les importa que Ursula von der Leyen les advirtiese que «si alguien quiere seguir el camino de Hungría y Polonia, tenemos instrumentos para actuar». Clara amenaza a que dependen de su comportamiento los 200.000 millones de euros que le concedió Bruselas a Italia en ayudas.

Tendrá pues Europa que hacer equilibrios y capear el temporal como buenamente pueda para salir de él sin mucho estropicio. Claro que nos queda la esperanza de que no es Italia un país donde se prolonguen los gobiernos. Lleva 67 en los 76 años de República. Uno cada año y un mes. Habrá que tapar las grietas para resistir numantinamente este tiempo.