El Nobel de Literatura para Annie Ernaux

Cristina Gufé
Cristina Gufé LICENCIADA EN FILOSOFÍA Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN Y ESCRITORA

OPINIÓN

FRANCESCA MANTOVANI-EDITIONS GAL | REUTERS

09 oct 2022 . Actualizado a las 13:21 h.

Este año el premio es un verdadero reconocimiento. En la sociedad existen diferencias; unos seres humanos desarrollan sus vidas entre privilegios y los que pertenecen a las clases bajas padecen los abusos. Este hecho condicionó la vida y la escritura de la recién galardonada con el Nobel de literatura, la francesa Annie Ernaux, quién nació en una familia de «obreros de origen campesino —según expresa—, y tenderos-taberneros».

En la infancia, su madre la envió a estudiar a un colegio privado donde sus compañeras de procedencia burguesa llegaron a hacerla sentir que no lograría ir a la universidad —algo que no sucedió porque era buena estudiante—. «Siempre está con los libros a vueltas», decía su padre. Leía relatos adaptados para la juventud, como David Copperfield o Don Quijote, incluso reconoce la contribución en el desarrollo de su sensibilidad de las novelas consideradas infraliteratura —Alba de Céspedes o Carmen de Icaza, entre otras—. Apareció la vergüenza, a la vez que intuía la posibilidad de encontrar su espacio a través de la cultura en simultaneidad con un sentimiento de culpa, falta de legitimidad en el intento y una cierta traición a sus orígenes.

En la adolescencia aparece el conflicto surgido de la interiorización de la diferencia de clases. A los veinte años anotó en su diario: «Escribiré para vengar a mi raza». El sentimiento de ilegitimidad podría convertirse en fuerza que haría posible el desenmascaramiento de las jerarquías sociales, masculinas y culturales. Fue entonces cuando debía buscar «un sitio» para ella. Reconoce que de manera espontánea optó por una escritura violenta, como respuesta a las humillaciones y a la vergüenza de haber sentido vergüenza.

Se suele decir que la obra de Ernaux es autobiográfica, pero esto carece de significado. El «yo» en sus textos será concebido como «un espacio de fusión entre lo íntimo y lo colectivo». Su primera traducción fue al español —algo que recuerda emocionada en el discurso del premio Formentor que recibió en España en el 2019—. La violencia la ejerce en la transgresión del pudor. La subversión está en los temas, en lo cotidiano. No le importa vincular escritura y vida, algo que tantos autores desdeñan. También reconoce su preocupación por la forma.

En esta ocasión la academia sueca supo mirar hacia el lugar debido: el texto escrito, donde Ernaux confirmó una legitimidad de la que siempre dudó. Tal vez ahora pueda al fin sentirse reconocida.