El pavo presenta un bajo contenido en colesterol y grasa, aportando 130 calorías por cada 100 gramos de carne magra.
Contiene una elevada proporción de proteínas y resulta muy apropiado para aumentar la masa muscular, reforzar el sistema inmunológico, favorecer la coagulación sanguínea y suministrar colágeno, queratina y elastina, elementos imprescindibles para la formación de tejidos.
Además de esas propiedades, presenta minerales que previenen el envejecimiento celular y aporta zinc (que favorece la cicatrización de las heridas y colabora en el funcionamiento de las glándulas y órganos sexuales), hierro (de fácil asimilación indicado para prevenir la anemia) y selenio (un potente antioxidante celular).
Su consumo favorece el descanso al contener triptófano (aminoácido esencial que regula el ciclo sueño-vigilia) y vitaminas del grupo B (que regulan los niveles de magnesio y de gaba, un neurotransmisor fundamental para el mantenimiento de la higiene del sueño). Se digiere fácilmente, pues sus proteínas se absorben muy bien a nivel intestinal, por lo que resulta perfecto para niños y ancianos o para quienes tienen problemas a nivel estomacal. Suele recomendarse para elaborar purés (combinado con verduras y hortalizas naturales).
El pavo es indispensable para una nutrición saludable, presentando un bajo contenido en grasas y considerándose hipoalergénico (muy importante para consumidores afectados por alergias relacionadas con la alimentación).
Puede consumirlo de maneras diferentes. Lo más tradicional es prepararlo en el horno o relleno, pero admite muchas elaboraciones: marinado, en ensalada, a la plancha, troceado en estofados, adobado o en escabeche. Combina con diferentes salsas, pasta y verduras.
Puede encontrarlo en forma de salchichas y hamburguesas, lo que facilitará que lo coman los niños porque les resulta más apetecible. Aunque es muy frecuente su consumo en forma de fiambre, es recomendable no abusar de él y elegirlo con bajo contenido en grasa y sal.