La puntualidad y el protocolo
OPINIÓN
A manera de introducción destacar que nadie como Saint-Exupéry, en El principito, describiendo la relevancia de esta habilidad: «Si tú vienes, por ejemplo, todos los días a las cuatro; desde las tres, yo comenzaré a ser feliz. Cuando vaya pasando la hora aumentará la felicidad. Cuando sean las cuatro, comenzaré a agitarme y a inquietarme; descubriré el precio de la felicidad. Pero si no se sabe cuándo vienes, yo no sabré nunca a qué hora preparar el corazón».
La palabra puntualidad denota el estado o la cualidad de «puntual». La raíz latina de la palabra es punctus (punta afilada) y hace referencia al punto.
Los eventos y el tiempo cronológico, por extensión, suceden o comienzan a suceder en un punto determinado. De ahí la expresión: lo espero a las 2 en punto. Es decir, cada hora, minuto y hasta segundo, pueden tomarse como un «punto» a partir del cual se genera una desviación. Y salirse de ese punto es impuntualidad.
Sin duda, la puntualidad es la regla de oro de la cortesía. Shakespeare lo dijo en El mercader de Venecia: «Los que siempre aman, al reloj se anticipan».
El protocolo, que en ocasiones se observa como algo afectado, anticuado o incluso innecesario, no lo es tanto, ya que su presencia es constante y solo se hace patente cuando se produce una situación como la acaecida el miércoles durante el desfile que formaba parte de los actos conmemorativos de la Fiesta Nacional.
El protocolo, tal y como ha significado en su día el Tribunal Constitucional, establece un orden, que permite una visualización del poder y en este caso, de la estructura del Estado, por tanto, de la posición que ocupa cada una de las autoridades que representan a una institución. Esto conlleva un ordenamiento no solo relativo a la ubicación, sino al orden de llegada, al orden de intervenciones….
Cuando se infringen las normas, por desconocimiento, negligencia o descoordinación de los servicios, cualquiera que sea el motivo, se producen situaciones inmediatamente visualizables, que nos llevan a reflexionar sobre la necesidad y la importancia del protocolo.
A mi humilde entender, cuando la falta de puntualidad es involuntaria, lo que procede es explicarlo y disculparse.
Aprovecho la ocasión, para resaltar la importancia de contar en las distintas administraciones del Estado con profesionales formados en la materia y me gustaría romper una lanza en favor de todos aquellos, que desde bastidores, conocimiento y años de experiencia, nos esforzamos cada día por conseguir la más adecuada visualización de las instituciones a las que representamos, tratando siempre con discreción, de evitar la generación de noticias no deseadas y de imágenes como las que recientemente hemos tenido que contemplar.