Vigilancia frente a la gripe aviar
OPINIÓN

La influenza aviar o gripe aviar está producida por el virus de la influenza aviar de tipo A (familia Orthomyxoviridae). Este puede ser de alta o baja patogenicidad (IAAP e IABP, respectivamente). La IAAP es una de las enfermedades de mayor importancia en veterinaria, es de declaración obligatoria y produce una alta mortalidad en aves domésticas infectadas, representando una gran amenaza para la industria avícola mundial.
La actual epidemia del subtipo H5N1 de IAAP, iniciada en el 2020, no tiene precedentes, en cuanto al número de países (80) y de aves domésticas y silvestres afectadas en apenas tres años (5.771 brotes y 154,7 millones de aves afectadas o sacrificadas).
La evolución de la IAAP en los últimos 20 años es muy marcada en cuanto a la susceptibilidad de las especies, produciendo mortalidad en aves silvestres, y a la dinámica estacional de la enfermedad, observándose que durante los meses de primavera y verano sigue habiendo casos en aves silvestres en las zonas afectadas en la época invernal.
Las consecuencias de estos cambios son, entre otras, estas: un mayor riesgo de introducción de la enfermedad en explotaciones avícolas; mayor expansión de la enfermedad a zonas donde antes no solía llegar a través de movimientos de aves silvestres; y un mayor riesgo de casos en otras especies, por ejemplo, mamíferos, como ya está sucediendo este año.
En este último punto cabe destacar el potencial riesgo para las personas. En este sentido, el Centro Europeo de Prevención y Control de las Enfermedades (ECDC) identifica el riesgo de transmisión entre humanos por exposición a productos de aves de corral contaminados como insignificante, el peligro de infección para la población humana en general en la UE como bajo, y en aquellas personas expuestas profesionalmente (por ejemplo, trabajadores de explotaciones avícolas), entre bajo y medio.
Es por ello que el último informe del Centro Europeo de Prevención y Control de las Enfermedades (ECDC) plantea que se necesita vigilancia para identificar infecciones con virus de influenza lo antes posible y para informar evaluaciones de riesgo y acciones de salud pública. Dicho punto es importante no solo para proteger al sector avícola, sino para entender bien la evolución de esta enfermedad y evitar que la mayor incidencia en las últimas epidemias convierte a estos virus en una amenaza para la salud pública.
Esto, y el hecho de que sean virus con una alta tasa de mutaciones, obliga a mantener una supervisión constante tanto en aves como en personas. La vigilancia mediante evaluación genómica se ha vuelto indispensable, y los países con capacidades y recursos disponibles deberían utilizarla en la identificación de virus gripales zoonóticos emergentes. En segundo lugar, llevar a cabo la detección precoz de los casos tanto en aves como en mamíferos y personas en caso de que ocurran. Los profesionales de la salud pública y los médicos deben ser conscientes de la necesidad de realizar pruebas de detección de infecciones en pacientes con enfermedades respiratorias y exposición reciente a animales potencialmente infectados. Finalmente, prevenir con medidas de bioseguridad en centros agrícolas. Estas acciones incluyen evitar aerosoles y polvo, ventilación adecuada, separación de la ropa de trabajo y personal, así como medidas para evitar la contaminación del alojamiento de los empleados.
En conclusión, los profesionales sanitarios, así como los expertos en sanidad animal y salud pública, deben colaborar y mantener un enfoque coordinado.