Los cirujanos sabemos que cometemos errores. De selección, de elección de la técnica, de la ejecución o del seguimiento. Estos errores suponen, en algunos casos, daños a los pacientes, a veces irreparables. Y esta es la parte más negativa de nuestra profesión, pero es inherente a ella.
Desde que en el año 2015 el doctor Cárdenas publicó en Plastic and Reconstructive Surgery, revista de la Sociedad Americana de Cirujanos Plásticos, un artículo titulado Muertes causadas por lipoinyección de glúteos ¿Qué estamos haciendo mal? los informes, avisos, moratorias y prohibiciones no han parado de sucederse.
¿Qué está ocurriendo en realidad? El «levantamiento de glúteos brasileño», o BBL por sus siglas en inglés, es una técnica quirúrgica en boga que busca replicar el aspecto de personas famosas con curvas glúteas marcadas, piense por ejemplo en Kim Kardashian. En esta cirugía existe el riesgo de que la grasa inyectada en el músculo penetre en los vasos sanguíneos y provoque una embolia pulmonar.
La mortalidad en el 2017 de este tipo de cirugía se situaba alrededor de 1 de cada 3.000, siendo muy superior al resto de técnicas de la cirugía estética, y en concreto a la más arriesgada: la abdominoplastia, con mortalidad, en el mismo año, de 1 de cada 13.000. Sin embargo, en los últimos años el conocimiento del problema y el desarrollo de técnicas más seguras, como reducir el volumen de la grasa inyectada y evitar la inyección en el músculo, limitándola solo al tejido subcutáneo, redujo el riesgo a 1 de cada 12.700.
Aún así, esta situación nos ha puesto a los cirujanos frente a dilemas éticos importantes. ¿Quién decide cuánto riesgo es asumible?
Hay dos partes interrelacionadas en esta toma de decisión. El cirujano, que puede decidir no efectuar una técnica si considera que es probable que provoque daños graves, y el paciente, que habitualmente, ante la información precisa, renuncia a correr el riesgo. Un ejemplo práctico habitual es la reducción mamaria, cirugía con resultados muy positivos para el bienestar del paciente, pero que evitamos en fumadores u obesos por el alto riesgo de complicaciones.
En cuanto al lipoinjerto de glúteos, su ejecución debería estar limitada por el principio «posible y seguro». En este caso, lo posible se ve limitado por lo seguro: es posible efectuarlo y es seguro siempre que todo el procedimiento sea correcto.
En mi práctica, la gran mayoría de los pacientes que se someten a técnicas de cirugía estética son, al contrario de lo que algunos piensan, muy razonables, y que les informen de las complicaciones les lleva a alejarse de esos riesgos.
Debemos limitar los riesgos de forma individual y colectiva, y si estos afectan la salud pública se deben establecer límites legales. Tratar de reducir la posibilidad de error, informar correctamente a los pacientes y, además, solicitar su consentimiento; pero nunca debemos olvidar que, al final, el paciente es quien debe decidir, y ese derecho también debe ser respetado.