La nueva jefa del Gobierno italiano ha provocado su primera polémica al emplear como denominaciones de su cargo primer ministro (primo ministro) y no el femenino primera ministra (prima ministra), así como «il presidente del Consiglio dei ministri» y no la presidente o la presidentessa.
En español, aplicar el masculino ministro a una mujer choca con la norma. En cuanto a presidente, es posible su uso como común en cuanto al género: el presidente/la presidente. Así, los diputados de Vox suelen dirigirse en el Congreso a Meritxell Batet como «señora presidente», lo que ha originado algún rifirrafe. El Diccionario da por bueno el uso de presidente para el femenino cuando se aplica a quien preside un organismo. No obstante, el uso mayoritario ha consolidado el femenino presidenta.
En el español ha sido normal formar femeninos a partir de masculinos. Muchos de los de nombres de profesiones y cargos no se crearon hasta que hubo mujeres que los desempeñaron. Actualmente, los únicos casos que suscitan alguna duda son los femeninos que hasta tiempos recientes correspondieron a esposas de (coronela), los que tenían un uso despectivo (sargenta) y algunos otros (pilota, perita...), aunque su empleo se va normalizando, a lo que ayuda la aplicación de las reglas morfológicas del español y su inclusión en el Diccionario. La principal ventaja de la existencia de femeninos diferenciados de los masculinos es que la voz en cuestión aporta por sí sola más información que una común a los dos géneros.
En el caso del italiano prima ministra/primo ministro, pese a las reacciones que ha provocado, cabe señalar que el primo ministro de Meloni no es considerado un error por la Accademia della Crusca, la RAE de allí. En diccionarios italianos se señala que ministro se aplica también a mujeres, además de ministra. Un ejemplo: en la edición italiana de la Wikipedia, Indira Gandhi aparece 14 veces como primo ministro y ninguna como prima ministra. No obstante, en ese país se tiende hoy a usar las formas femeninas de cargos y profesiones.
Estos gestos de la señora Meloni no son decisiones tomadas por razones gramaticales, sino una manifestación política, que parece traslucir un rechazo a las feministas y a la izquierda. Al menos no ha tirado de la angloparla para presentarse como la premier.