En la novela 1984, que George Orwell escribió en el año 1948, figura la creación de un Ministerio de la Paz, para encargarse de todo tipo de conflictos. España necesita urgentemente un Ministerio de la Paz. Para aplacar este tiempo político de turbulencias y absurdos. Y eso que Orwell la escribió en 1948.
Porque resulta imposible entender la falta de armonía que está afectando a este país nuestro. Con episodios tan absurdos como los que se suceden para la renovación del CGPJ y del Supremo. Cuando, con cuatro años de retraso, el acuerdo entre Gobierno y PP se daba por hecho, saltó por los aires con la excusa de que Pedro Sánchez pretende rebajar las penas por el delito de sedición. Delito, por otra parte, que no figura en los códigos de la mayoría de los países europeos.
La ruptura del acuerdo no beneficia a nadie. Y de favorecer a alguien, lo hace al presidente Sánchez, que así puede seguir manteniendo su discurso de que no se puede contar con el PP porque Núñez Feijoo no está comprometido con el Estado y carece de altura de miras para gobernar un país.
Pero a quien perjudica especialmente es al propio Núñez Feijoo, al quedar con una percepción de claudicación. Porque hace ya días que se aseguraba que la línea dura de los populares, con Ayuso a la cabeza, no consentiría tal acuerdo, manteniendo la crisis institucional, y que lo dinamitaría con la ayuda de medios afines y sectores políticos y judiciales. Horas antes de que el líder popular le comunicara su intención al presidente, alguno de los suyos, los mismos que le acusan de ser «demasiado gallego», hablaron de «muerte política». Y, querámoslo ver o no, toda esta campaña ha resultado decisiva en la decisión final del líder popular, que se ha dejado llevar por la ola.
Son ya demasiadas las excusas, algunas sin peso ni rigor, esgrimidas por los populares para mantener el boicot durante tanto tiempo. Se creía que con la llegada de Feijoo a Génova acabaría la cerrazón que marcó la era Casado. Pero no parece que la política conservadora haya variado. Sin duda porque fuerzas radicales internas y externas, esas que anunciaron anticipadamente el fracaso de las negociaciones, no cejan en su empeño de derribar como sea a Sánchez. Aunque con ello, y como es el caso, dañen profundamente el liderazgo de Feijoo.