Confieso que he vivido

Eduardo Riestra
Eduardo Riestra TIERRA DE NADIE

OPINIÓN

Fernando Calvo | EFE

30 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Todos estos nuevos avances en la implantación de la memoria histórica me temo que devengan en olvido monumental. Yo parto del principio filosófico que dice «si no quieres que te quiten, no te pongas», y eso vale para un entrenador de fútbol, un ministro o el general Franco. Pero el ataque al enemigo puede llevar a la ridiculez de quitar en Ferrol la placa del aviador Ramón Franco, que con Julio Ruiz de Alda cruzó volando el Atlántico y fue aclamado en ambos lados del océano, y que era republicano. El escarnio que hace ochenta y seis años supuso prender y asesinar a políticos de ideas divergentes, como Julio Ruiz de Alda, que no llegó a participar en ninguna guerra, no es ahora suficiente. Se anulan los títulos del franquismo, como si el ducado de Alba, otorgado en 1472 por Enrique IV el Impotente a García Álvarez de Toledo, fuera un título democrático.

Ya he dicho en alguna ocasión que, puestos a tirar estatuas, había que empezar por las de los reyes de godos de la Plaza de Oriente. Y me parece bien que esos títulos se quiten, pero también todas las copas del Generalísimo que tiene el Fútbol Club Barcelona en su palmarés, y que mágicamente se llaman ahora copas «del rey», elevando a Franco al trono. Y eso ya es pasarse.

Creo firmemente que se pueden y deben esclarecer asesinatos y rescatar cuerpos de las cunetas, sin fronteras ideológicas. Es una causa de Código Penal, aunque los delitos estén ya prescritos. Pero, por lo menos, los últimos sesenta y cinco años existieron. Yo soy testigo.