Hay efemérides que nunca deberían celebrarse por el tremendo dolor que han causado. Se cumplen diez años del trágico suceso en el Madrid Arena (1 de noviembre del 2012). La sociedad española recuerda estos días esta tragedia que ocasionó la muerte de cinco jóvenes y otras 29 personas heridas. Cabe preguntarse entonces: ¿son más seguros los eventos hoy que en el 2012? ¿Qué hemos aprendido?
La apertura de un portón de carga permitió la entrada de miles de jóvenes para ver la actuación del disyóquey Steve Aoki. Esto saturó tanto la pista central como los pasillos de evacuación del recinto, en uno de los cuales se produjo la avalancha, a consecuencia de una pésima gestión de flujo de los ocupantes. La Justicia determinó que la causa de lo sucedido había sido derivada de un exceso de aforo en el recinto. El Tribunal Supremo responsabilizó al promotor del evento y a la empresa de seguridad por cometer una serie de negligencias.
Lo primero que observamos es que, desde entonces, ha habido muy pocas modificaciones legislativas al respecto. Por ello, nos planteamos una segunda pregunta: ¿limitan estos cambios la existencia de riesgos en eventos? Siendo muy gallegos, la mejor respuesta sería que depende. El cumplimiento de las normativas de seguridad para la realización de macro eventos es, evidentemente, obligatorio. Ahora bien, la eficacia y la eficiencia de una normativa dependerá de si entendemos que es una guía para el buen desarrollo de un evento seguro o un mero trámite para su realización. Si entendemos que, además de lo primero, la normativa es también lo segundo, debemos proporcionar todos los medios humanos, técnicos y materiales para que se haga efectiva más allá del papel.
A día de hoy, disponemos de herramientas que nos permiten simular de forma computacional situaciones de emergencia en eventos masivos. Tecnología que nos ayuda a saber cómo se comportan los flujos de personas y prever los medios necesarios para evitar otra tragedia. Dichos elementos son un avance importantísimo si tenemos en cuenta que cada evento tiene unas condiciones únicas que no permiten la realización de un simulacro en el terreno previamente. No obstante, dicha metodología es la gran olvidada de la normativa actual.
Este año hemos visto, de nuevo, situaciones trágicas en grandes eventos y festivales relacionadas con montajes y anclajes de escenarios. Ningún evento debería ser noticia si no es para hablar de celebración, de música y de reencuentro. En nuestras manos está que así sea. Peor incluso que olvidar sería no aprender.