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Eruditas plumas comentan los difíciles momentos que casi toda Europa está sufriendo. Una inflación galopante, recesión técnica en Estados Unidos y casi en Europa, la mayor subida del tipos de interés, inestabilidad en todas las bolsas... Estos son indicadores de esta gran crisis iniciada tras el covid. Se sabe que una de las principales causas de que el invierno nos va a congelar, sobre todo en Europa, es la guerra de Ucrania. Para el pensamiento de Occidente, Putin tiene la culpa. Pero para los de Oriente, que son muchos, —solo China e India suman más de 3.000 millones de ciudadanos—, la culpa es de la OTAN y sus aliados. Otra vez dos frentes y Europa en el medio, sufriendo. Sin la Francia de De Gaulle, la Alemania de Adenauer o Merkel, y sin la Gran Bretaña de Churchill, con su brexit fuera de la UE, no se vislumbra un liderazgo tan necesario. El campo embarrado exige cambiar de táctica. Hasta el papa insta a lograr un acuerdo, sin que sea escuchado, a pesar de que el Vaticano hace gala de su gran liderazgo en cuestiones diplomáticas a lo largo de su historia, mucho antes de que existiesen los dos bloques enfrentados. Lo peor de todo, la culpa es de muy pocos, a veces solo de dos mentes soberbias, pero el sufrimiento es y será de millones de ciudadanos que por desgracia mantienen con sus impuestos y votos a esa élite. ¿Será solo culpa de la soberbia de estos dos? Pienso que el dirigente ucraniano no cuenta, o muy poco. El empecinamiento o soberbia ha ocupado otra vez el sitio de la reflexión que exige estos momentos. No quiero pensar que todo se explique en la frivolidad de una jugada de póker para descubrir quién va de farol, pero algún jugador se está embolsando mucho dinero y las cartas hace tiempo están echadas.
Parte de culpa también la tenemos los de abajo, mudos ante una prensa no crítica. Nos parecemos a los que están alrededor de la mesa respirando el humo de sus cigarros. Hay que aporrear esa puerta cerrada y obligar a los elegidos para gobernar, que cumplan con su principal misión, que no es otra que conseguir la paz y el bienestar de sus pueblos. El frío invernal está encima y el limitarnos a mirar por la ventana nunca ha vencido a los soberbios y equivocados.