Cáncer de ovario: la prórroga de la vida

Dolores Estrada LE DIAGNOSTICARON UN CÁNCER DE OVARIO HACE 9 AÑOS

OPINIÓN

María Pedreda

25 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Y además le llaman el «cáncer silente»; por si fuera poco la palabra cáncer, al de ovario le ponen apellido… silente. Cuando lo oyes retumbar en tus oídos suena a título de película de miedo para los Goya. Lo que desconoces en el momento del diagnóstico es que tú eres la actriz, y rápidamente entiendes que la trama no es miedo a morir, sino miedo a dejar de vivir tu futuro y no ver y disfrutar del futuro de los que quieres.

Pero, queridas amigas, en los tiempos que corren —que lo único que tratan permanentemente en todos los sentidos desde los distintos sectores de la sociedad es de asustarnos con todo— yo voy a desdramatizar por lo menos el nombre. Le llaman silente porque es silencioso y su sintomatología previa es tan común como un dolor de barriga, hinchazón, ardores. Por eso, no nos quedemos con el apellido sino con el nombre: cáncer de ovarios; y sí, cualquier diagnóstico de cáncer es demoledor para el paciente en un inicio. Yo tampoco fui ajena al mismo. Realmente no sabes si lo que le estás escuchando a tu médico es un mal sueño o es realidad.

Y a partir de ahí, ¿qué sientes? En mi caso pasé por todos los estadios emocionales que aprendí desde pequeña: llanto, pataleta, enfado, rabia, impotencia y, de nuevo, el miedo. Pero traté de que todo eso me durase lo mínimo imprescindible y, si me lo permitís, os lo aconsejo, pues las fuerzas tienen que estar en aceptar la enfermedad, en no resignarse y empezar a escalar la montaña.

Es lo que nos queda a todos los pacientes de cáncer: ser fuertes aunque nunca lo hayamos sido. Ahora bien, permitíos la licencia de romperos las veces que queráis. Ya no tenemos que demostrar nada a nadie salvo a nosotras mismas. Pero eso sí, toca hacer lo verdaderamente importante que es pelear por vivir.

No sé si lo que estoy escribiendo puede ayudar a alguien. Es el único deseo de esta «no escritora», que intenta contaros una experiencia de vida desde la esperanza.

Cada día que estás en el proceso es un tramo de la montaña. Desde el primer momento supe que la vida me estaba dando una prórroga y no había otro plan por mi parte, salvo salir a ganar el partido con todo el equipo: médicos, el tratamiento, tu familia, tus amigos, si eres creyente tu Dios y sobre todo tú. Y esa prórroga de la vida la continuarás año tras año y en las siguientes revisiones. Aun así, yo me sentí afortunada (no creáis que perdí la cabeza de verdad), porque de golpe entiendes el sentido de la vida y resitúas las prioridades en microsegundos. Aprendes a ser mortal, a lo que nadie nos prepara. Por eso yo denominé mi cáncer de ovario como mi mala-buena suerte. No lo quería, pero gracias a él aprendí el verdadero valor de la vida y también a disfrutar de la misma.

Estos días, a raíz de la noticia de Sara Carbonero, el cáncer de ovario resuena otra vez. Pero a ella deberíamos dejarla tranquila como noticia. Sabe, como todas nosotras, que está en su prórroga. Estoy segura de que se va a recuperar tranquilamente y que seguirá saboreando la vida como solo ella sabe hacerlo. La única noticia es que no hay noticia, pues es simplemente la vida.

Empecé diciendo que podría ser una película de miedo, pero termino con un «no es así». La película acaba bien y con varios goyas gracias a la prevención y, por lo tanto, la atención precoz de la enfermedad; a los médicos y al personal sanitario que denomino mis segundos padres (yo volví a nacer un 11.02.2013); a los investigadores incondicionales de nuevos tratamientos del cáncer de ovario que permiten aumentar la curación del mismo, y, en mi caso particular, gracias a toda la gente que me quiere porque son mi mejor medicina.

Después de 9 años del diagnóstico, hoy puedo escribir desde la paz. Quería decirle a mi querida Sara Carbonero que en esta prórroga la vida la ha sentado unos días en el banquillo, pero el equipo del cáncer de ovario está jugando el partido. Solo cuídate. Todas juntas este mundial por vivir está ganado de antemano.