Pablo Iglesias, enganchado a su ego

Enrique Clemente Navarro
Enrique Clemente LA MIRADA

OPINIÓN

Joaquin Corchero | EUROPAPRESS

25 nov 2022 . Actualizado a las 15:17 h.

«Son como drogadictos que necesitan tener esa presencia pública. No tengo nada que ver con eso, no me gusta». ¿Quién es al autor de este apasionado alegato contra los, por así llamarlos, «yonquis del poder»? Pablo Iglesias, que se refería a Felipe Gonzálezal que criticaba su «necesidad de salir, de decir, aunque ponga en riesgo a su propio partido»— y a José María Aznar —«con el rencor para meterse con Rajoy»—. Sí, es el mismo que vuelve a ser el líder de facto de Podemos, después de que hace un año y medio anunciara que dejaba la política activa y todos sus cargos, como consecuencia de su fracaso en las elecciones de Madrid. El mismo que ha atacado a Yolanda Díaz, a la que ungió con su dedo todopoderoso como sucesora y ahora dedica insultos como «miserable» y «estúpida» —sin citar su nombre, pero en un mensaje con una destinataria clara—, por no apoyar a Irene Montero ante las críticas recibidas por el fiasco de la ley del «solo sí es sí». Por cierto, la política gallega, al igual que todos los demócratas que se precien, le ha mostrado su apoyo tras el ruin ataque personal de una diputada de Vox en el Congreso. Como debe ser.

El mismo que está dispuesto a dinamitar el proyecto de que el espacio a la izquierda del PSOE se presente unido a las elecciones bajo el liderazgo de la vicepresidenta, si no da a Podemos un papel preponderante. Todo indica que nos encontramos ante la enésima repetición de la división de la izquierda que tan bien reflejaba la película La vida de Brian (1979), con candidaturas que podríamos llamar Frente Sumario Yolandista y Frente Podemita Pablista.

Iglesias irrumpió en la política hace ocho años, como un soplo de aire fresco que denunciaba los fallos del sistema en la estela del 15-M, apoyado por ciertos medios de comunicación que pretendían socavar al PSOE, los mismos que cuando supuso una seria amenaza para el sistema lo lapidaron. Puso a Podemos al borde del sorpasso al PSOE, aunque no lo logró. Su estilo de mando autoritario y errores muy graves en la dirección del partido y de estrategia política, como actuar de muleta del independentismo, sin olvidar la brutal cacería jurídico-mediática que ha padecido, fueron desgastando a la formación morada, con una progresiva caída electoral. En todo caso, consiguió que Podemos entrara en el Gobierno de coalición, un hito histórico. Lo cierto es que Iglesias ha dejado de ser un activo electoral, para convertirse en una rémora que resta más que suma.

El fundador de Podemos ha demostrado que le gusta mandar y marcar el paso a su propio partido. Pero prefiere la comodidad de dar estopa y sentar cátedra desde fuera a asumir las aburridas responsabilidades y obligaciones que conlleva gobernar. Su paso por una vicepresidencia sin apenas contenido fue la nada.

A Iglesias no le basta con dar lecciones de política, sino que también quiere darlas de periodismo. Ya colabora en diversos medios y ahora lanza Canal Red, una televisión que se podrá ver en YouTube. Su gran apoyo mediático-financiero es Jaume Roures, el millonario independentista, patrón del fútbol español, que se está forrando con el Mundial de la vergüenza de Catar.