Para ti, un iPhone; para mí, una bufanda
¿Cuándo se ha convertido el precio de un regalo en un equivalente del nivel de aprecio que nos tiene una persona? Cuando llegan las Navidades pensamos qué vamos a regalarle a esa persona especial. En algunos casos valoramos nuestro nivel adquisitivo y el de ella y procuramos que el dinero invertido no diste mucho del de la otra persona; y en otros compramos irracionalmente todo aquello que pensamos que le pueda gustar. Eso sí, con cuidado, porque a algunos allegados esta fiebre consumista les condiciona hasta el punto de que, si no les ha sido regalado un artículo de alto valor, se sienten decepcionados, con enfado incluido. Está claro: si te regalan un iPhone, no te quieren más. Si te regalan un libro que piensan que te gustará, está genial. Y si te regalan una bufanda hecha a mano, valóralo, porque el precio del tiempo invertido es incalculable. Elena Marín.
La moda que ha traído la pandemia
La moda que ha traído la pandemia lleva a un ansia de recuperar el tiempo perdido en colas interminables con lugares más anchos y más cercanos, donde poder convivir sin estrecheces con los demás. Y eso también sería muy bueno para la mente de tantos que se empeñan en imponer a los otros sus propias estrecheces mentales. A lo mejor, estando más lejos unos de otros, podrían entenderse mejor y podrían entender también lo que de verdad quieren los ciudadanos de forma prioritaria: que les dejen en paz y que bajen los precios de los productos básicos. Domingo Martínez. Burgos.
Orgullosa de ser generación de cristal
Hay pocas cosas que me molestan más que la expresión «generación de cristal». Pero ¿generación de cristal, por qué?, ¿por qué exigimos un psicólogo público?, ¿por qué exigimos unas condiciones laborales dignas?, ¿por qué no queremos independizarnos a los 35?, ¿por qué básicamente queremos poder hablar de nuestras cosas? Ya sé que hay una generación que ha pasado muchas penurias, que básicamente han tenido que estar picando piedra. Claro que existe. Pero que haya jóvenes que estemos diciendo que no vamos a consentir ni a normalizar lo que ha pasado con la gente adulta no es ser generación de cristal, es exigir una justicia. Nos llaman la generación de cristal y yo no creo que sea necesariamente así. Creo que somos la generación con la conciencia más despierta, creo que somos la generación con más conocimiento emocional y creo que eso nos puede hacer parecer más sensibles o dramáticos. Pero gracias a esto nos estamos dando cuenta de muchas conductas tóxicas que llevan sucediendo años y que gracias a nosotros vamos a poder cambiar. Entonces puede que seamos la generación de cristal, pero yo estoy tremendamente orgullosa de que así sea. Sara Domene Sánchez.