Aesia: regular al filo de lo desconocido

David Martínez CONSEJERO DELEGADO DE DATASPARTAN ESPAÑA

OPINIÓN

Lavandeira jr | EFE

10 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Sin un continente en el que la profesión de ingeniero informático no requiere colegiación, el Gobierno ha aprobado la creación de la Agencia Española de Supervisión de Inteligencia Artificial. A primera vista esto puede parecer un contrasentido por el cual una subdisciplina toma más relevancia administrativa que toda la profesión en su conjunto. Sin embargo, la resolución no es solo acertada sino también necesaria e ineludible. En los últimos diez años los sistemas inteligentes han pasado de ser capaces de realizar únicamente tareas parciales a resolver tareas complejas de manera completamente autónoma y, solo en los últimos tres años, realizar creaciones originales. Autonomía y originalidad generan retos éticos y legales como la asignación de responsabilidad civil o penal ante accidentes o abusos, la propiedad intelectual de contenidos generados o estándares de calidad oficiales para productos y servicios basados en inteligencia artificial (IA).

Existen retos regulatorios muy serios también debido a cómo la IA se financia, investiga, desarrolla e implanta. Hoy en día la investigación y desarrollo en IA es impulsada principalmente por el sector privado debido a la ingente inversión en capital y trabajo que requiere. Como sociedad, estamos confiando en las empresas tecnológicas para obtener software inteligente y conseguir avances tan ansiados como la conducción autónoma segura. Siendo esto un reflejo del mundo en el que vivimos, guiar el desarrollo únicamente por incentivos privados puede hacer que no se priorice su potencial uso para los retos más importantes que nos acechan como el cambio climático, la pobreza, la salud y el acceso a comida y energías limpias para una población en constante aumento.

Debido al incentivo económico que genera, distintos países compiten ya para minimizar la regulación y atraer inversión privada en el sector. Sin embargo, un marco legal y regulatorio adecuado no solo debe verse como protección del consumidor, sino también de los propios desarrolladores de tecnología, dando visibilidad a los límites que son socialmente aceptables en este ámbito y reduciendo el riesgo de pérdidas por multas y sanciones en fases avanzadas de los proyectos, cuando la inversión es difícil de recuperar. La tecnología nos va a permitir adentrarnos en lo desconocido por un camino lleno de retos y riesgos, confiamos en la Aesia para que el balance sea positivo.