Libertad económica: Dinamarca-España

Santiago Calvo López DOCTOR EN ECONOMÍA

OPINIÓN

Martin Sylvest | EFE

10 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Los políticos y la sociedad se preocupan por la desigualdad y la movilidad social. Es algo lógico. Si el ascensor social se avería, perdemos talento y oportunidades para crecer. La población empobrecida puede tener el potencial de ofrecer soluciones para varios de los múltiples problemas que acontecen en la actualidad. Quizás, un niño de una familia de bajos ingresos tenga la capacidad, en un futuro, de desarrollar una vacuna que evite la próxima pandemia mundial. Pero sin las políticas públicas adecuadas, la suerte de muchos jóvenes y de la sociedad, distará de la ideal.

La clase política es amiga de la intervención. Consideran que la solución a los males pasa por restringir al mercado con burocracia, leyes y más impuestos. Puede que en algunas ocasiones funcione, pero no siempre. Este es el caso de la citada movilidad social. Los impuestos sobre el capital, como es el caso del nuevo tributo de solidaridad, se diseñan para reducir la acumulación de riqueza de los más pudientes y que contribuyan más a la sociedad. Aunque su eficacia y eficiencia sea limitada.

Sin embargo, la evidencia empírica va en otra dirección. En un trabajo de reciente publicación de Justin Callais y Vincent Geloso, se señala que la libertad económica es un factor determinante que favorece la movilidad social tanto de manera directa como de manera indirecta al favorecer un mayor crecimiento de la renta. Tal y como concluyen los autores, las buenas instituciones son importantes para reducir la importancia que tienen los ingresos de los padres sobre los de sus hijos. Pensemos que, por ejemplo, en España la descendencia de una familia de bajos ingresos tardará cuatro generaciones en alcanzar la clase media; en Dinamarca, dos generaciones. El índice de libertad económica en nuestro país es de 7,63, en el país nórdico es de 8,09. Las áreas de mayor importancia son las de la protección de los derechos de propiedad y la reducción de las barreras legales que dificultan las transacciones en el mercado, la obtención de crédito o la contratación de trabajadores a través de mercados laborales libres. Esto no descarta que la inversión pública en la educación y otras áreas sean positivas para mejorar la movilidad social. El problema reside en ignorar una relación para arreglar el ascensor social, a saber, sin libertad económica, la población más empobrecida y la sociedad en general tendrá menos oportunidades para prosperar.

Deberíamos ser más escépticos con los políticos que prometen el paraíso en la Tierra a través de párrafos en el BOE, que los único que hacen es poner trabas a la libertad económica y al desarrollo personal. A veces, lo mejor que puede hacer el Estado es echarse a un lado para permitir mayores posibilidades a la actividad económica. El mercado puede engrasar los engranajes del ascensor social.