Fusión nuclear: traer el Sol y las estrellas a la Tierra

Luis M. Varela CATEDRÁTICO DE FÍSICA DE LA MATERIA CONDENSADA DE LA USC. GERENTE DE LA ASOCIACIÓN GALLEGA DEL HIDRÓGENO

OPINIÓN

Lawrence Livermore National Labo | REUTERS

14 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La largamente deseada noticia del logro de la fusión nuclear controlada y rentable en el National Ignition Facility de EE.UU. ha acaparado la atención del mundo y sus esperanzas de una fuente inagotable de energía limpia, y hasta la ha presentado la secretaria de Energía del Gobierno de Joe Biden, quizá presionado por los avances en reactores de fisión de torio de China. De nuevo el hidrógeno, el más ligero de los elementos, muestra su inmenso potencial energético. Esta vez puede que ya el definitivo. Controlar en reactores la fusión de núcleos de isótopos de hidrógeno —descontrolada es la bomba termonuclear, pero mejor no insistir en ello— es traer el Sol y las estrellas a la Tierra. Pues así funcionan, quemando combustible de hidrógeno para producir helio por fusión nuclear y, posteriormente, otros elementos más pesados. Todos los núcleos se han formado así. Los nuestros también. Ya se sabe, somos polvo de estrellas. Al contrario que la fisión en los reactores atómicos actuales, que rompe núcleos pesados en otros más ligeros, la fusión de núcleos ligeros exige confinarlos a muy altas densidades y temperaturas, para que se acerquen lo suficiente y sus colisiones a alta velocidad los fundan, como gotas, en otros más pesados. Condiciones estas del corazón de las estrellas. Y hemos de reproducirlas de manera segura y controlable. Se exploran dos vías: el confinamiento inercial, donde una microbola de combustible (una mezcla de deuterio y tritio, dos isótopos del hidrógeno) implosiona sobre sí misma bajo la acción de haces láser desencadenando la fusión, y el confinamiento magnético, donde un gas de núcleos cargados (el llamado plasma) se confina por acción de campos magnéticos intensos. Usando el inercial, similar a los explosivos termonucleares, el National Ignition Facility había comunicado ya la ignición de la fusión el 13 de agosto, y ahora asegura haberla logrado devolviendo por primera vez más energía de la que consume. Un 20 % más. Espectacular avance.

Lo difícil llega ahora: escalar esta técnica para su uso industrial, actuando muchas bolas por segundo y no, como ahora, sobre una microbola cada ocho horas. No consta aún esta tecnología, pero se exploran otras vías de compresión basadas en el principio inercial. El confinamiento magnético, el que usará el célebre proyecto ITER de Marsella, del que España forma parte y también EE.UU, ya dispone de estos medios, pero adolece aún de otros problemas. La larga marcha hacia la fusión continúa, pero hemos dado un paso de gigante.