En un país como el nuestro, en el que pocas cosas nos gustan más que una polémica, hay quien dispara contra la RAE cuando incorpora palabras al diccionario como si tuviese la culpa de cómo hablamos los españoles. Así que no se me ocurriría señalarla. Hay que tener en cuenta que conservo mi libro de Lengua Española de 8º de EGB porque era de Lázaro Carreter. Lo que sí es cierto es que las palabras, el uso que le damos o la interpretación que hacemos de su inclusión en el diccionario dicen mucho de quienes somos. Así que, si mamitis es ahora una definición, no es culpa de la RAE sino de todos los que han calificado determinada relación de los hijos con sus madres como una enfermedad. Apendicitis, otitis, mamitis. Las críticas que, en la dirección equivocada, se han hecho a los académicos tienen que ver con que no hayan incluido también papitis (palabra que, por cierto, ahora que la acabo de escribir, me aparece marcada en rojo en el sistema de edición que estoy utilizando), como si no existiera. No entran en esa pregunta tan terrible de ¿a quién quieres más, a papá o mamá? Simplemente, el uso de mamitis está documentado y el de papitis no.
Absuelta la RAE, eso sí, no deja de ser una paradoja que, al mismo tiempo que mamitis, se haya colado en el diccionario micromachismo. Porque en el fondo es eso. Si el niño está apegado (dicen en exceso) a su madre es necesario un sufijo como -itis. Si está apegado a su padre es otra cosa, no una inflamación, quién sabe de qué.
En todo caso, como es Nochebuena, me permito un deseo: mucha mamitis y mucha papitis. O lo que es lo mismo: péguense mucho a los suyos.