El año que llega

Ramón Pernas
Ramón Pernas NORDÉS

OPINIÓN

Basilio Bello

31 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Esta llegando y viene, como sostiene Cunqueiro, por la mar, con toda la luz de la mar del norte. Llega desde el océano que, según Séneca, es el lugar donde nace el tiempo y en donde brotan los años. Se acerca cabalgando las olas por donde se escurrió el año viejo, que salió por una esquina de este folio para dar entrada, acceso y debut al año niño, al que vino para inaugurar la cuenta veinte y tres de este siglo.

Mientras, los nuevos algoritmos desmienten las profecías caducas de San Malaquías o del impostor Nostradamus, que anuncian catástrofes al por mayor a lo largo de los doce meses que completan el círculo anual. Será el primer año después de la utopía, el anhelado fin certificado de la pandemia trianual que llenó el mundo de dolor y de muerte. Y aunque nada se puede anticipar del incierto y cercano futuro, tratamos de convertir los deseos en realidades y nos gustaría contar, en uno de los meses escritos en el calendario, el final de la invasión rusa de Ucrania y la firma de la paz.

Por la mar llega enero escalando los doce peldaños que conducen a diciembre, y debe ser así, porque es por donde entran los manojos de lluvias obsesivas que vienen envueltas en las recientemente descubiertas ciclogénesis explosivas que ponen al país bajo un manto hídrico que vira a verde color campo cuando se deja ver el sol de las mañanas.

Va a ser, el veinte y tres, un año seco, señal preclara del avance del cambio climático, un año plagado de elecciones en todos los concellos y que finalizara con unos comicios generales que pondrán a prueba al candidato Núñez Feijoo, que es posible que haya mudado con acierto la casa de Monte Pío por el palacio de la Moncloa, o no, que diría Rajoy, el sabio dialéctico. Es posible que Rueda anticipe la convocatoria electoral gallega y doy por seguro que será Besteiro el candidato socialista a la presidencia de Galicia.

No me corresponde hacer predicciones, pues, aunque ducho en fantasías, no lo soy en anticipar porvenires y confundo los deseos con el cúmulo de sucesos indeseados que vendrán ocultos mes tras mes en el nuevo año que está desperezándose entre las soleadas raiolas tibias del invierno.

Va a ser un año de saludos y de abrazos, de reivindicaciones de amistad y de afectos, de luces y de sombras, de esperanzas y desánimos; un año en que, en una línea final de este artículo, yo pido buena fortuna para los que creemos que cada año nuevo se parece mucho al viejo, a su antecesor, al que concluye. Que tengan una buena entrada del año que comienza.