Toda elección, sea cual sea, no solo tiene su importancia por el resultado concreto de la misma, sino también por su trascendencia como indicador del clima político, de cuales son las tendencias de los partidos. En una sociedad cada vez más polarizada y a su vez más resultadista, las elecciones municipales y autonómicas en España se están convirtiendo cada vez más en una especie de elecciones intermedias típicas de los sistemas políticos anglosajones, si bien el objeto de estos comicios locales es diferente, y de ahí el error de intentar extrapolar los resultados locales a una dimensión de todo el estado español. Pero si nos quedamos con que el resultado electoral puede ser importante para demostrar fortaleza o evidenciar debilidad en el caso de cada partido a partir del 29 de mayo, entonces tendremos que estar atentos a los siguientes escenarios.
Al PP le interesa establecer un relato marco de campaña con el que movilizar el descontento con el Gobierno del PSOE presentando estos comicios como un examen a Pedro Sánchez y por lo tanto la campaña pasaría a tener un discurso de política más general que local.
Para mí habrá dos grandes palancas discursivas y estratégicas para las generales:
1-. Los pactos que el PSOE pueda realizar con otras formaciones y cómo este gestionará esa realidad frente a la oposición.
Y 2-. Los pactos PP+Vox que con lo que está ocurriendo en Castilla y León puede poner a los populares ante innumerables situaciones incómodas con las que Vox pretenda condicionar el discurso del PP.
Este es un gran riesgo para el PP de Feijoo ya que si ahora le da cancha a Vox, estará dándole legitimidad institucional a un partido minoritario que hasta el momento no tenía poder institucional, por lo que su previsible apelación al voto útil de la derecha en unas generales quedará totalmente sin sentido. Además de que le dejará en bandeja al PSOE el argumento de que viene la extrema derecha. Y esa es una gran apelación al votante de izquierda, que aún pudiendo estar descontento con el PSOE, sin duda irá a votar para frenar el avance institucional de Vox que el PP le va a facilitar con sus previsibles pactos locales y autonómicos. De este modo el PSOE tendrá el terreno abonado para cambiar el relato de la campaña de cara a las generales.
Por ello, estas elecciones no solo suponen una reválida para el Gobierno de Pedro Sánchez, sino también puede ser un examen para Feijoo y su supuesto efecto aglutinador de voto dentro de la derecha. No lograr un resultado contundente con victorias importantes en determinados territorios, o que Vox acabe teniendo un mejor resultado del esperado en términos absolutos de voto podría pasarle factura y agudizar los cuestionamientos internos, respecto a su liderazgo, que pueda haber dentro del PP.
También tendremos que estar atentos al efecto que el partido que está en el Gobierno, en función de cuan erosionado esté dicho Gobierno, pueda generar a sus candidatos territoriales, de tal modo que la marca no ayude y se dé la paradójica situación de que a nivel local se quiera evitar la presencia del presidente en sus campañas.