Hay cosas que para los hombres son más difíciles de entender. Por ejemplo, que una mujer tenga miedo al irse a casa por la noche. Es comprensible. ¿Cuántas veces puede verse a un hombre caminar mirando a los lados, con el móvil en una mano y las llaves en la otra? ¿Cuántas veces a una mujer? ¿Cuántas veces ellas no llegan?
Da miedo que te puedan violar en el baño de una discoteca. Da miedo denunciarlo. Y no me extraña. Porque produce escalofríos que, ante casos como el de Dani Alves, haya quien, en lugar de a la presunción de inocencia, apele a la presunción de culpabilidad (de la denunciante). Porque produce arcadas que la gente se pregunte qué hacía la mujer hablando con hombres a los que no conocía en una discoteca. Y de ahí para arriba.
Les recomiendo que busquen en Youtube un vídeo sobre el consentimiento sexual y el té. Es brillante. Y deberían verlo todos los padres con sus hijos. «Si tú preguntas: ‘Oye, te apetece una taza de té’. Y ellos están como, ‘mmm, no estoy muy seguro’. Entonces podrías hacer el té, o no, pero sé consciente de que ellos podrían no beberlo. Y si no se lo beben —y esta es la parte importante— no les hagas beberlo. No tienes derecho a forzarles a beber tu té. Y si te dicen, ‘no, gracias’, entonces no les hagas té. No les hagas beber tu té. No te enfades con ellos por no querer beber té». Parece sencillo, ¿no? El vídeo insiste, por si alguien tiene problemas de comprensión. «También podrían decir, ‘sí, muy amable por tu parte’. Y después, cuando el té llega, resulta que no querían té. Sí, es un poco molesto, ya que has hecho el esfuerzo de hacer té pero siguen sin tener la obligación de bebérselo». Qué fácil.