Trucos de papelotes

nieves lagares diez EQUIPO DE INVESTIGACIONES POLÍTICAS DE LA USC

OPINIÓN

Fernando Sánchez | EUROPAPRESS

29 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Es difícil saber si se trata de un rito democrático o de una superstición propia de quien no quiere cambiar las cosas que hizo cuando ganó la primera vez. Pero lo cierto es que, una vez más, Feijoo ha tenido la idea de presentar un contrato con los ciudadanos. Otro nuevo conjunto de medidas, poco concretas, pero exhibiendo papeles en la mano, como en el Senado, como siempre. Y es que pareciera que a Feijoo le importe más mostrar el papel que clarificar el contenido. 

Pero un contrato tiene valor por el contenido, no por el papel, y más aún por aquello que los anglosajones llaman accountability, que nosotros hemos traducido por rendición de cuentas, y que, en este caso, hace referencia a la obligación de dar cuenta del cumplimiento del contenido.

En febrero del 2009, Feijoo firmó su primer contrato con los gallegos, tenía catorce puntos, algunos tan reseñables como acabar con las «prácticas clientelares», una referencia a la parte del PPdeG que no le gustaba; hablaba de la lucha contra el paro, de tener una estrategia económica propia contra la crisis, de una «sanidad con garantías», o de hacer efectiva la ley de dependencia. No había concreciones, más bien principios, pero sonaba bien.

La falta de estas concreciones hizo que todo fuese interpretable; tanto, que la prometida desaparición del clientelismo permitió, que diez años después, para preservar esos modelos clientelares, Feijoo hiciera a Jácome alcalde de Ourense para que el PP conservara la Diputación. Y seguro que nada tuvo que ver el hecho de que las diputaciones fuesen el mejor instrumento de ese clientelismo que quería combatir. Eso sí, ahí no importó cuál era la lista más votada.

La lucha contra el paro y la estrategia económica contra la crisis consistieron en aplaudir el austericidio que nos impuso Merkel y ejecutó Rajoy en España. Aquella crisis de la banca, que pagamos los ciudadanos y que llevó el paro en España a los seis millones de personas, hizo que, en el primer año de Feijoo, el desempleo se incrementase en Galicia un 30 %. No fue su culpa, no voy por ahí, pero Feijoo aprendió pronto que lo importante de su contrato era el espectáculo de la campaña y que si no rendía cuentas, pues eso.

Las promesas en sanidad se concretaron de forma semejante. Una de las primeras acciones del Gobierno Feijoo fue revisar el Plan de Mellora de Atención Primaria, que preveía la creación de 309 plazas de médicos de atención primaria y 65 de pediatras durante el período 2007-2011; la reforma dejó sin crear la mayoría de los puestos y aumentó la ratio de pacientes por médico de familia de 1.250 a 1.500.

Miles de profesionales sanitarios, esos que hoy nos faltan, en Galicia y en España, buscaron oportunidades en la medicina privada o en otros países a raíz de aquellas políticas en la sanidad pública.

Y, más allá de que unos estemos a favor de algunas de estas cosas y otros de otras, que en democracia todo lo que se persiga democráticamente, vale, resulta imprescindible que, además de los trucos de papelote, Feijoo empiece a hablar de políticas públicas concretas, de cómo va a solucionar la crisis, porque lo otro son solo trucos de papelotes.