«Dong tao»

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer i Balsebre MIRADAS DE TINTA

OPINIÓN

31 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

El domingo 22 de enero se inauguró la festividad más relevante del calendario en China, el Año Nuevo, que esta vez viene bajo la advocación del «conejo de agua». Esos días, las familias se reúnen igual que nosotros, degustan platos típicos, se visten de rojo y regalan sobres, también rojos, a los niños y jóvenes, con dinero que simboliza una deseada abundancia. Con el color rojo de la ropa, los farolillos y los fuegos, ahuyentan al Nian, una criatura maligna que aparece en esas fechas. Dicen que los primeros días del nuevo año los chinos no se lavan ni limpian la casa para no espantar la buena suerte con la que suele entrar. Cosas de chinos.

El Año Nuevo chino es la migración más grande del mundo, se estima que cerca de doscientos millones de chinos se desplazan esos días para reencontrarse con sus familias, y este año, después de la dura experiencia del covid que los ha tenido encerrados tanto tiempo, se esperan muchos más.

Tantos chinos de celebración suponen una oportunidad idónea para cualquier negocio. Uno de los que me ha dejado más ojiplático es el que han hecho unas granjas de Vietnam que —siendo como son ellos de espabilados— se dedicaron a criar con años de antelación un gran número de dong taos o pollos dragón, que constituyen el no va mas de las exquisiteces gastronómicas, antaño reservados exclusivamente para los reyes. Este año se han llegado a pagar 2.000 dólares por un kilo de patas de pollo dragón. Ríase usted de un buen capón.

Decimos que el primero que se atrevió a comerse un centollo tenía que tener mucha hambre, pero miren en Google cómo son esos pollos y luego me dicen si no hacen falta redaños para darles un tiento.