Sánchez, el negociador

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

CHRISTIAN BRUNA | EFE

20 feb 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Algunos de los medios de comunicación más críticos con el presidente del Gobierno se están decantando por la vía del humor para explicarnos sus «hazañas grouchescas». Y esto ocurre, tal vez, porque Sánchez interpreta un papel distinto en cada caso o ante cada interlocutor. Repásense sus relaciones nacionales e internacionales y se verá que cada una parece concebida por un Sánchez distinto. Si se trata de Marruecos, todo son silencios y concesiones, y si se trata de un colega europeo, todo es afabilidad y solidaridad. Y ante Ucrania, ahí están nuestros tanques para compartir el frente con EE.UU., Alemania y otros. Porque Sánchez está decidido a no quedarse nunca atrás.

Hay que reconocerle que, aunque el procedimiento sea precipitado, el resultado suele ser el adecuado, excepto cuando lidia con Marruecos, que al parecer tiene una baraja particular o juega con cartas marcadas. Lo cierto es que a Sánchez le gusta codearse con los grandes de la Unión Europea, pero no sabe qué hacer con el vecino allende el Estrecho de Gibraltar. Y esto ocurre porque tampoco ha entendido la realidad del Sáhara, antaño apellidado español. Un conflicto que no es tal pero que nunca se zanjó adecuadamente y que sigue siendo un argumento marroquí, para desgracia de unos saharauis a los que no traicionamos, pero sí abandonamos. Y todo ello para entendernos con un Marruecos que aún no está satisfecho con la «solución final».

De todo esto se deduce que la altura de miras de Sánchez en el ámbito de las relaciones internacionales es más bien una ojeada corta que nos lleva a un seguidismo pragmático, pero no siempre idóneo o recomendable. Porque también cabría optar por una posición propia y bien estudiada. Y saber qué vamos a hacer ante el próximo movimiento marroquí. Porque con Marruecos siempre habrá un próximo movimiento. ¿Por qué no tomar alguna iniciativa preventiva? Quizá porque este no es el estilo de Sánchez, que prefiere esperar y luego precipitarse… haciendo concesiones, claro.

Comprendo algunas cautelas de nuestro presidente, porque no siempre conviene sacar pecho a deshora. Pero estar siempre a la que salta tampoco es la solución. Debería construir un andamiaje político con las respuestas adecuadas, para no ser sorprendido cada dos por tres y tener que precipitarse con improvisaciones arriesgadas. Como sabe el nombre de sus problemas, debería trabajar con la debida antelación en las respuestas. Es la única forma de liberarse de improvisaciones y zascandileos. Porque solo unos rigurosos estudios previos garantizarán respuestas adecuadas para los intereses del Estado (y no solo para los de Sánchez).