Un espejo en el callejón del Gato

Xose Carlos Caneiro
xosé carlos caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

Xaime Ramallal

13 mar 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Ha pasado el 8 de marzo. Para algunos quedó en el olvido. Pero llegará otro 8 de marzo y el Gobierno que gobierne entonces, de derechas o de izquierdas, sacará a relucir su artillería ideológica. Es probable que el peso de la artillería no sea mayor que el del pasado miércoles: desde la ley de paridad, anunciada por la parte socialista del Ejecutivo, a la votación para la reforma de la ley estrella de Irene Montero (la ley del solo sí es sí). Aconteció el pasado martes. Por primera vez en la historia de la democracia, un Gobierno reforma una de sus leyes capitales. Y no solo eso. Una parte del Ejecutivo se opone a lo que pretende la otra parte. Sobre la ley en cuestión, Pedro Sánchez llegó a decir: «Me siento orgulloso», «es un hito importantísimo», «una ley pionera, de vanguardia, que va a inspirar otras muchas leyes en el mundo, estoy convencido de ello». 

Son frases de alto rigor argumental y, fundamentalmente, de un realismo galdosiano. Pasados los meses llegó a la conclusión de que la ley no solo le estaba restando votos, sino también la poca credibilidad que como gestor público le quedaba. También sustraía honorabilidad al país: rebajar las penas a los agresores sexuales o ponerlos fuera de la cárcel era lo más ominoso que había sufrido en mucho tiempo el Estado. Entonces mandó parar. Para ello tuvo que contar con los votos de la derecha, porque sus socios (Podemos, Bildu, Esquerra) no estaban con él. El BNG, tampoco. El BNG algún día caerá en la cuenta de que para gobernar Galicia debe ser otro BNG. Imposible. Una pena… o una bendición. Allá fue el diputado Rego con su voto para que no se iniciase el proceso de muda de la ley de Irene Montero. O sea, que está bien que se rebajen las penas de los agresores sexuales partiendo de una norma jurídicamente (eso dicen los juristas) defectuosa.

Después del martes vino el miércoles 8 de marzo. Gritándose las unas y los otros a los unos y las otras. Qué espectáculo. El maestro Valle Inclán estaría gozando con todo lo sucedido: unas feministas tirándole piedras (dialécticas) a otras feministas. Una parte del Gobierno contra sí misma. La pregunta se fundamentaba en el concepto principal: qué es ser mujer. Para unas, la ley trans (otra de las grandes aportaciones de este Gobierno) es un disparate; para las otras, solo hay unas feministas de verdad y el resto son las que pactan con la derecha: fuente y poder motriz de todas las desgracias de esta España mía, esta España nuestra (que era una canción de Cecilia). Pensé que el Gobierno no podría superarse a sí mismo. Somos los que aún no hemos recuperado el PIB anterior a la pandemia, los que hemos incumplido dos veces con el Constitucional, los que rebajamos las penas de malversación, los de los trenes que no entran por los túneles, los de Berni, el Tito. No sigo. Somos, este 13 de marzo, un espejo en el callejón del Gato. Hay que leer a Valle Inclán.