Transición ¿hacia dónde?

Javier Guitián
Javier Guitián EN OCASIONES VEO GRELOS

OPINIÓN

ALBERTO LÓPEZ

14 mar 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

«La transición ecológica es un proceso de cambio en los sistemas de producción y consumo, así como en las formas de vida y los valores de la población, que llevará de la situación actual a una situación futura ambientalmente sostenible, compatible con la capacidad del planeta para mantener las actividades humanas».

Así se ha definido el proceso cuyos pilares fundamentales son: la transición energética para la mitigación del cambio climático, el desarrollo rural, y la conservación de la biodiversidad y los servicios ecosistémicos esenciales para el bienestar y la salud humana. La transición ecológica ha de ser un proceso socialmente justo y sus diferentes componentes deben acompasarse en el tiempo.

El problema, o al menos así lo veo yo, es que el cambio a una energía sin combustibles fósiles es el único objetivo económicamente rentable para las grandes empresas y sus inversores, por lo que corremos el peligro de que la transición ecológica sea exclusivamente un cambio parcial en el uso de la energía, con implicaciones negativas en los restantes objetivos.

Creo que debemos reflexionar sobre el hecho de que las energías renovables se pueden producir con o sin coste ecológico, por eso la transición es mucho más que la exclusivamente energética: una mala ubicación de una infraestructura, la destrucción o fragmentación de ecosistemas que puede generar, etcétera, pueden convertir una instalación eólica en un grave problema ecológico.

No se trata de que los ciudadanos estén en contra de las energías alternativas: no conozco a nadie que lo esté. Se trata, simplemente, de que los grupos económicos que han visto ahí una oportunidad de negocio moderen sus repentinas ansias ecológicas y acepten que la transición ecológica tiene además otros objetivos: eso significa el «eólicas sí, pero no así».

Queremos parques eólicos con evaluaciones de impacto sólidas, sin fragmentar, como queremos industrias químicas con medidas frente a la contaminación, empresas mineras con métodos del siglo XXI o agrícolas que no roben el agua: en definitiva, queremos respeto ambiental. Eso no es estar en contra de la industria, de la misma manera que llamarse «biofábrica» no significa respetar nada.

¿Se han parado a pensar cómo es posible que crezcan las empresas sostenibles, los productos verdes, los envases ecológicos, etcétera, mientras nuestras montañas están cada vez peor, nuestro medio rural más abandonado y nuestros ecosistemas más fragmentados? Pues esa es la cuestión.

Volviendo a la definición inicial, la transición ecológica es un cambio de sistemas de producción y de valores, no de negocios.